Un amigo con toda la guasa de Sevilla dentro del cuerpo, a la vista de las anunciadas medidas del Gobierno contra el fumeque en los bares, de las estrictas normas de la Dirección General de Tráfico contra el alcohol y de los planes contra la prostitución, me dijo con todo el cinismo del mundo:

—Si hace treinta años te dicen que llegará el día en que en España habrá un Gobierno que nos querrá quitar del tabaco, del alcohol y de las mujeres, hubieras pensado que el Opus Dei había ganado las elecciones. Pues no: los que nos quieren quitar del tabaco, del alcohol y de las mujeres son los socialistas.

El Ayuntamiento de Sevilla incluso tiene diversos planes para esto último de las hetairas, que me parece muy bien. Aunque menos planes, y a ver si acabamos con la izas, rabizas y colipoterras de la calle Santo Domingo y de Sevilla Este, que tan difícil no tiene que ser, aunque se mantienen allí inexplicablemente como una vergüenza pública a pesar de las reiteradas denuncias de los vecinos, que hasta han tenido que recurrir a formar patrullas para hacer correr, y nunca mejor dicho, a las hetairas por rastrojo.

Ayer se celebró en España una tontería más del Santoral Laico del Nacional-Agnosticismo: el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niños y Niñas.

—Faltan los yigolós, usted.

—¿Cómo los yigolós?

—Sí, los curraores de viejas, que también trafican con su cuerpo. Será que ésos tienen un día aparte, el Día Universal del Maromo. Como también faltan los chaperos de las saunas de mariquitas, pero déjelo usted.

Mejor dejarlo, porque esto da origen a muchas situaciones ridículas. Como lo de las VPO municipales para las piculinas. Al modo de las Arrecogías del Beaterio de Santa María Egipcíaca en la obra de Martín Recuerda, Emvisesa quiere tener las suyas. Como celebración del mentado Día, el Ayuntamiento ha anunciado su arriba citado Plan Municipal contra la Explotación Sexual. Que me parece de perlas, insisto. Si no hubiera aspectos risibles como esta noticia: «Emvisesa reservará cupos en sus promociones públicas para mujeres víctimas de explotación sexual». Dicho en cristiano: en las VPO que sortee la Empresa Municipal de la Vivienda, igual que hay un cupo para minusválidos, y otro cupo para jóvenes, y un cupo para jubilados, habrá, con perdón, un cupo para putas. La minusvalía se demuestra con unos papeles, incluso con un carné de cojo, de los que sirven para aparcar en los sitios que ocupan indebidamente los incívicos. La juventud o la ancianidad se demuestran con el carné de identidad. Pero si yo, con perdón, soy puta, más que las gallinas de Matilde, me ha explotado mi chulo y quiero tener una VPO de Emvisesa ¿cómo demuestro mi condición, si no hay carné de puta? Si mi actividad está consentida, pero no legalizada, ¿con qué papel demuestro lo puta que soy y lo explotada que estoy para que el Ayuntamiento me dé un piso? Porque la burocracia es la burocracia y no creo que Emvisesa se fíe de mi palabra. Ya que puede darse el caso de que, como la vivienda barata está tan escasa, alguna castísima señorita particular se haga pasar por putón verbenero con tal de tener un piso, y a eso no hay derecho, usted, eso es competencia desleal, y demasiada tenemos ya con las niñatas que se acuestan con el primero que se les acerca en la discoteca.

¿Y cuando se sorteen las viviendas? Es que estoy oyendo al presidente de la mesa, muy serio: «Mucha atención, que una vez sorteados los pisos de los minusválidos y los pisos de los jóvenes, procederemos a adjudicar el de la periquita». Puede que le toque el 3ºA o el 4ºC. Pero menudo cachondeo si a la arrecogía de mi bloque le toca el Bajo D.