ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


¿Trianizar o tiranizar?

Corre por Sevilla la voz de que estos artículos no los escribo yo, sino que me los escribe Isabel, la jefa de mi Casa Civil. Y es verdad. Yo, en el mejor de los casos, simplemente los tecleo, como los evangelistas mexicanos de los portales de Santo Domingo que escriben las cartas a quienes no saben hacerlo, o como los amanuenses sevillanos que se dedicaban al mismo menester en los soportales de la calle Alemanes. Que no sé cómo no le han quitado el nombre con la dichosa Memoria Histórica, si los alemanes estuvieron en la guerra con el bando nacional y pusieron su cuartel general en el Hotel Cristina. De donde salían los pilotos de la Legión Cóndor con sus botas altas pegando taconazos y zapatazos en el suelo, al modo del paso de la oca. Y los vio una gitana avanzar así por la acera de Casa Guardiola y les dijo:

—Miarmas, ustedes a qué venís, ¿a levantar a España o a hundirla a zapatazos?

Iba por lo de la jefa de mi Casa Civil, autora de estos artículos, de los que soy simplemente evangelista novohispano o amanuense sevillano. Eso es cierto y verdad. Hoy es uno de esos días. Este artículo lo debería firmar ella, a quien le debo estas líneas (y casi cuanto soy). Pues estábamos en el desayuno con los periódicos por delante, y con su clara inteligencia y su intuición me dijo:

—Mira, aquí pone que el alcalde quiere «trianizar» Triana. Será una errata, ¿no? ¿No querrá decir que quiere tiranizar a Triana como tiene tiranizada a Sevilla?

Oooooole. No, si entre mi nieta Ana y la abuela de Ana me dan el trabajo hecho casi todos los días. ¡Bingo para aquí-mi-señora! Y continuamos para línea. Sostiene Isabel, y lo tecleo de su parte, que estos señores que nos gobiernan en este sistema que nos demos dado democráticamente cada vez se meten más en nuestra vida particular. Sólo les falta sentarse en nuestra salita, que nos quiten el mando a distancia de la tele y que nos impongan el programa que queremos ver. En lo demás, se meten en todo. Nunca fue tan intervencionista el Estado como ahora. Ni en tiempos del Estado Nacional-Sindicalista. Te acorralan si fumas; no te dejan que pongas una bombilla de más de 100 vatios; suprimen las bolsas en el supermercado; te cambian el sistema del televisor y te imponen la TDT; te prohíben que saques la bolsa de basura hasta que ellos digan; no puedes regar las macetas antes de las 10. Todo te lo controlan, te lo regulan. Se han vuelto más ordenancistas que en Alemania o en Suiza, donde lo que no está reglamentado de momento está prohibido y después ya veremos.

Nunca un poder tan democrático fue tan tirano. Tan paradójicamente dictador. Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, ¡con la dictadura sí que podíamos hacer lo que nos daba la gana: fumar en los bares, conducir con una copita sin que te fusilaran al amanecer, tirar la basura cuando y como querías, gastar toda el agua que te diera la gana para llenar la piscina! Claro que no podías votar, ni sindicarte, ni decir lo que pensabas, y aquello era una dictadura odiosa y condenable; pero en cuanto a las pequeñas libertades nuestras de cada día y de andar por casa, nadie se metía en ordenarte la vida como ahora.

Y en cuanto a Sevilla, igual. No sólo quieren cambiar Sevilla, sino cambiarnos la vida. Que no cojamos el coche, que vayamos andando o en bicicleta... ¿Cómo se mueven por la Ciudad de las Personas las personas que andan mal de las piernas? ¿Cómo llevan los paquetes de la compra a su casa los que viven en las calles que han peatonalizado por las bravas, sin aparcamientos ni transportes públicos que lleven allí? ¿No es esto una tiranía? De ahí que la jefa de mi Casa Civil tenga toda la razón. Lo del alcalde y «trianizar» debe de ser una errata. Seguramente dijo que quiere tiranizar a Triana como ha tiranizado a esta Sevilla que ya medio se la ha cargado.

 

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