ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El misterioso Vicente el del Canasto, vendiendo chucherías en la noche sevillana
Vicente el del Canasto, vendiendo chucherías en la noche sevillana

Como Vicente el del Canasto

Ha pasado a ser una leyenda viva de Sevilla, que resiste al tiempo. Como a Manolito Gázquez o a Antoñito Procesiones, Sevilla sigue recordando a Vicente el del Canasto. Aquel medio loquito que llevaba siempre al brazo izquierdo un canasto como de vender unas chucherías que nadie le compraba, pues le importaba poco el negocio y su reino no era de este mundo, mientras que, con su mano derecha en la frente a modo de visera, correteaba entre los coches, fijándose mucho en ellos, acercándose a buscar tras las ventanillas, sorteándolos en los semáforos, esquivándolos y desmintiendo lo que Sevilla entera le decía: «Un día lo mata un coche». No lo mató. Vicente Orozco Moreno, que tal era la gracia de quien ganó fama con su canasto de no vender nada, falleció de muerte natural en un asilo de Pilas, en las postrimerías del siglo pasado.

Me acuso, padre Hércules, de haber convertido a Vicente en personaje literario, junto con otros tres escritores: Francisco Vélez, José María Vaz de Soto y el difunto Fernando Álvarez Palacios. Supimos un día que a Vicente le habían robado el canasto. Era como si al Cid le hubieran robado la tizona. Pasamos un pañuelo entre nosotros para comprarle una nueva herramienta de trabajo. En una espartería de la calle Regina encontró Paco Vélez un canasto fenómeno y se lo compramos. El problema fue entregárselo. ¿Dónde encontrar a Vicente, que se movía más que el mercurio de un termómetro roto? ¿Por el Paseo Colón, por Reyes Católicos? Sabíamos que vivía por allí, en un abandonado cocedero de mariscos de la trasera de la calle Arjona, entre El Barranco y el río, en un núcleo chabolista que desapareció con la Expo.

Los cuatro autores en busca de personaje nos echamos a la calle una noche con el canasto flamante en la mano, y por fin encontramos a Vicente en la calle Tetuán, sorteando coches. Lo templamos y paramos, y convidamos a una cervecita en el bar Blanco Cerrillo, el del adobo famoso, donde en acto íntimo y solemne le hicimos entrega del canasto. Al que Vicente le echó la misma cuenta que a nosotros: ninguna. Pues a las pocas semanas ya se lo habían robado y andaba otra vez con una caja de cartón como escaparate de las avellanas que, en su locura, ya ni se molestaba en llevar y mucho menos en vender.

A raíz de aquel lance conocí las líricas leyendas sobre Vicente el del Canasto. ¿Por qué tenía esa fijación contra los coches? ¿Por qué se jugaba la vida entre ellos, mirando en su interior con la mano en la frente a modo de visera? Había versiones poéticas o trágicas. Los que aseguraban que Vicente había nacido hacia 1930 y estudiado en Villasís con los jesuitas decían que desafiaba a los coches y buscaba en ellos porque siendo niño unos falangistas se llevaron en un coche a su padre, para fusilarlo, cuando la guerra. Otros aseguraban que no buscaba en los coches a su padre fusilado, sino a la novia que se le escapó con un estraperlista, abandonándolo para siempre en su locura. ¿Qué le habían hecho los coches a Vicente? Algo, desde luego, porque no podía explicarse su fijación, cómo los maldecía cuando se jugaba la vida entre ellos.

He pensado en aquel personaje de leyenda porque algo así le tiene que pasar al alcalde con los coches. El alcalde tiene contra los coches una fijación no de caballo, sino de canasto, propia de Vicente. ¿Lo abandonó una novia que se fue en el cochazo de otro más guapo y más rico? ¿Hubo alguna ruina familiar por culpa de los coches? Tiene que ser algo así. Como lo de Vicente, pero sin canasto. De otro modo no me explico su cruzada contra los coches, en la que hoy dice que el coche no puede ser el rey de la selva y mañana, que aunque pague los impuestos, el coche no puede entrar en el centro. Lo malo del alcalde es que Paco Vélez no puede buscarle un canasto nuevo en una espartería de la calle Regina para que siga vendiendo avellanas y se le pase el odio a los coches...
 

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