Sigamos como ayer con Bécquer, de la Rima XXIII a la IV, y tiro porque me toca. Pero hoy nada trágico. Alegría. Popurrí de chirigota: «No digáis que agotado su mandato/sin buen alcalde se quedó Sevilla,/porque esta ciudad todo lo traga/¿no es una maravilla?». El alcalde dice ahora, y le alabo el gusto, que el «doble clamor» popular y del PSOE le invita a agotar su mandato. Cuando hayan leído esto los sevillanos van a crear un grave problema de orden público en las clínicas y consultas de los otorrinos. Colas, bullas, apretujones, arrempujones y soponcios y sopitipandos va a haber a las puertas de la clínica Cariñanos, en Audiocenter, en los centros de Gaes donde amablemente te hacen de gañote una prueba de audición. A todos nos han entrado unas dudas terribles sobre nuestra capacidad auditiva y todos querremos saber si nos estamos quedando tenientes (y no de la Real Maestranza, querido Alfonso Guajardo). Miles de sevillanos, al leer lo del alcalde, se habrán dicho:

—Una de dos: o el alcalde tiene muy buen oído para los clamores o yo me estoy quedando sordo como una tapia.

Porque clamor, clamor, lo que se dice clamor, yo no he escuchado clamor ninguno para el alcalde agote su mandato. Ni para deje de agotarlo. Ni para se vaya ni para se quede. Cero grados leperos. Como el gitano y el perro: «¿Le pelo el perro? Pélelo usted. Total, si el perro no es mío...» Lo del mandato igual: ¿Le agoto el mandato? Agótelo usted. Total, si en la Alcaldía de Sevilla no mandan los sevillanos que votaron alcalde... a Zoido, sino el señor Viera o el señor Viese, uno de los dos. Así que el «clamor doble» debe de ser por eso, porque tanto el señor Viera como el señor Viese, ambos, por partida doble, quieren que el alcalde agote su mandato, y sea quien se queme y achicharre con la lumbre de la Pipa de cara a las encuestas, y no el candidato que vayan a poner, donde parece que las Espadas se han embotado, ¡el afilaóoooooo!

Así que ni doble, ni sencillo, ni cortado, ni corto de café, ni largo de leche, de la mala leche que la cúpula y el cupulín del PSOE están derrochando contra Don Alfredo y (repito) contra los sevillanos que le dieron 124.534 votos en 2007. Aquí no oye clamores más que Don Alfredo.

—Hijo, eso parece el mote de una maricona antigua o de una ricachona de los Quintero: La Clamores...

Debe de ser porque Don Alfredo tiene un aparato...

—¡Guasa!

No, no me refiero a la cuestión génito-urinaria, sino a artefactos, a instrumentos. Por aquello del «yo soy médico» seguramente tiene un aparato del que los cartillosos del 41 Barra del SAS no disponemos: el Clamorómetro. El aparato de medir clamores. Como aquel Aplausómetro con el que Miguel Ángel Aguilar iba a las Cortes del franquismo para la revista «Posible», en los estertores y boqueadas de una dictadura amorcillada en tablas. Como Harpo Marx con su bocina, Aguilar medía con su Aplausómetro las unanimidades palmarias que mostraban los procuradores en Cortes de Franco. Sólo Aguilar podía medir aquellos aplausos de los pelotas del anterior Régimen. El Clamorómetro del alcalde tiene que ser así, pero para el presente Régimen, tan exclusivo, pero apuntando hacia Viera o Viese. El aparato le adivina el pensamiento a Viera o Viese y se pone a chillar, a gritar, a aclamar y a decir óle, queremos un hijo tuyo y vivalamarequeteparió, que es doña María Teresa, cuya mano beso.

No estamos preparados para la vida moderna de las puñalás traperas que se pegan entre ellos los del PSOE de Sevilla. Como las puñalás por la espalda de los capillitas, pero por lo civil. Por eso necesitamos urgentemente un Clamorómetro. Porque clamor, clamor, lo que se dice clamor, aquí no hay clamor más que cuando los béticos se echan a la calle para el «Lopera, vete ya». A Don Alfredo, ni vete ya, ni no te vayas todavía. Silencio en ambos. Por eso mantengo que el principal problema que tiene Sevilla somos los sevillanos, tragones y cobardones. No Passa Nada, don Alfredo.