Ea, pues otra pieza más para el futuro Museo de Sevilla: la mascota de José María del Nido. No es sombrero. El que Del Nido se pone será sombrero en Castilla, pero en Sevilla eso es una mascota como una castora. Mascota de la suerte. En plena crisis, sin echar cuenta a los recortes, el Barcelona se ha gastado 40 millones de euros en fichar a Villa. Al Sevilla no le hace falta eso. ¿Cuánto le ha costado la mascota a Del Nido? Pues con 100 o 200 euros en una sombrerería de la Plaza Mayor de Madrid, el Sevilla de momento va a jugar la Chámpion y ha ganado su quinta Copa, como El Beni de Cádiz decía que le había cantado a Franco y al Rey: «¿A mí qué me importa?». El Sevilla ha ganado la Copa cuando era del presidente de la II República, cuando fue del Generalísimo, ahora que es del Rey: ¿a mí qué me importa?

Milagroso sombrero, pues, al que le encuentro una falta: que mejor que en la Plaza Mayor de Madrid tenía que habérselo comprado aquí, en la Avenida, junto a Filella, en Padilla Crespo, «jornal para los nuestros», como ponía en la muestra de esta sombrerería cuando estaba en La Campana, al lado del bar de Pepe Pinto. Sombrero mítico en la imaginería de un personaje curioso. Del Nido está ahora entre la mascota de la Copa y la maleta roja con ruedas con la que acude al juzgado para su quinario del Caso Minutas. (No, no es cierto eso que dice usted, so bético recalcitrante: los partidos que juega el Sevilla tienen 90 minutos, como todos, no 90 minutas. No me aplique usted la igualdad de género de Bibiana Aído, «minutos y minutas», ni le amargue la fiesta a estos señores sevillistas.)

Un lector que como usted y como yo vio a Del Nido con el sombrero encasquetado hasta los ojos junto al Príncipe en el palco de Barcelona me dice lo que quizá muchos han pensado: «Desconocía que José María del Nido fuera grande de España, para permanecer cubierto ante la augusta presencia de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, de Gerona, de Viana, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer.» Hombre, si no Grande de España, Del Nido es por lo menos Grande del Sevilla, por eso permanece cubierto ante S.A.R. La hazaña del club decano, de quitarse el sombrero, es gracias a que su presidente no se lo quita. Y así lo plantifique también al final sobre la plata del triunfo a la mismísima Copa del Rey. Y para hacer caballeros cubiertos a todos los sevillistas que fueron hasta Barcelona, a 1.100 kilómetros, para ganarle al Atlético de Madrid una Copa que el centralismo del fútbol y el desprecio de la Federación por lo andaluz les había puesto a los colchoneros a sólo 500 kilómetros de su casa. Aunque hay un matiz. Del Nido llevaba la mascota de la suerte, berrenda en Chicago, y los sevillistas se habían comprado en los chinos un sombrero que parecía más bien el de Michael Jackson en versión rociera. Esa cinta roja que le pusieron parecía talmente de una hermandad rociera de pueblo.

Yo sé por qué Del Nido no tiene que descubrirse ante la Familia Real. Como el Sevilla está harto de ir a la Catedral a presentar copas ante la Virgen de los Reyes, los canónigos, en memoria de los muy sevillistas calonges don Francisco Gil Delgado y don Francisco Teruelo, le han concedido el mismo privilegio que a los seises. ¿No bailan los seises ante el Santísimo con el sombrero puesto? Pues Del Nido baila los triunfos sevillistas con su mascota puesta delante del Príncipe.

Lo que tiene que hacer Del Nido es compartir. Compartir con España la buena suerte que su sombrero le ha dado al Sevilla. Del Nido, porfa: préstele usted su mascota a ZP, a Griñán, a Monteseirín, que a ellos sí que les hace falta suerte, con la que tenemos en lo alto. Y si se la empresta también al muy palangana Juan Ignacio Zoido para que gane la Copa de la Alcaldía, pues ni le cuento...