ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Es de Bilbao y se llama Indalecio

Bueno, en Bilbao no nació, nació en Oviedo. Pero su familia se fue a Bilbao y por vizcaíno se le tiene. Y más cuando ha pasado a la historia retratado con su pedazo de boina, en plan Manolo el del Bombo. Me refiero a Indalecio Prieto, mito del socialismo. Si ayer hablábamos de los muchachos que quieren ser toreros llamándose Dorian o Cristian, y no es cosa de poner en la crónica de su debú «Es de Bollullos y se llama Kevin», hoy tenemos que hablar del callejero de Sevilla, la cortina de humo que echa el Ayuntamiento para que entremos al trapo del odio y la revancha de la Memoria Histórica, y se quiten del debate los asuntos fundamentales de la ciudad, como la tropelía de la Torre Pelli, los dineros tirados a la calle (Alcázares) con las absolutamente prescindibles setas de La Encarnación, el cierre del centro a la circulación, la supresión del bonobús sin transbordo y otras desgracias.

¿Qué tiene que ver Indalecio Prieto con Sevilla? Regalan un crucero por el Mediterráneo a quien lo sepa decir. Es pregunta que no tiene respuesta. Y si la tiene, de una sola palabra: nada. Pero, hijo, hay un tío que está enrocado en el Alcázar usurpando la memoria liberal de Romero Murube, y que como dice que este tal Prieto, de infausta memoria (histórica y de la otra), en el revanchismo antimonárquico del 14 de abril de 1931 fue el que le confiscó el Alcázar a la Familia Real y se lo entregó al Ayuntamiento, en plan soviético de toma del Palacio de Invierno y de toma del fresco, pues quiere que Sevilla lo incluya en su callejero. Pero también le quitó Prieto a la Familia Real la Casa de Campo de Madrid y no por eso han rotulado allí «Lago de Indalecio Prieto». Prieto que si no lo saben fue uno de los instigadores del golpe de Estado contra la República y de la sublevación armada contra la voluntad democrática de las urnas que habían elegido a la CEDA, como fue de hecho la Revolución de 1934.

El señor enrocado en el Alcázar quiso quitarle el nombre a la Plaza de la Alianza para dárselo a este tal Prieto que tiene que ver con Sevilla lo que yo con Santa Coloma de Gramanet. Y como Sí Passsó Algo, y los vecinos del barrio de Santa Cruz se rebelaron e impidieron tal absurdo, pues el tío sigue empeñado en la puñetera calle a Prieto. Ahora, como allí está la Delegación de Hacienda y Prieto fue ministro del ramo (de cardos borriqueros) en el primer gobierno republicano, le ha querido quitar la calle a Tomás de Ibarra, que no es franquista, puesto que murió en 1916, y dársela a su socialistón de su alma. Tras la protesta de los vecinos, ahora dicen que no toda la calle Tomás de Ibarra, sino sólo la plazoleta que hay delante de Hacienda cambiará de nombre. ¿Por qué? ¿Para qué? En plena crisis, ¿cuánto costará quitar «Tomás de Ibarra» y poner este nombre de pitorreo en todos los impresos de la Delegación de Hacienda que quedarán inservibles? Aquello, en todo caso, sería la Plaza de la Aduana, el edificio histórico que derribaron para levantar Hacienda. Y si es por Hacienda y por ministros que verdaderamente tengan que ver con Sevilla, pues que sea «Plaza del Ministro García Añoveros», que no levantó a los mineros de Asturias contra el poder constituido, que fue un gran hacendista de la Universidad Hispalense y que aunque nacido en Teruel, de hecho era de Sevilla, se llamaba Jaime y era hermano de la Carretería.

 

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