ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Cómo derrochar 14 millones de euros

Viví una buena temporaíta en Zurich y allí pude ver que la bicicleta es una ayuda importante a los medios de transporte de la ciudad. A la puerta de la estación de ferrocarril, de la Hauptbahnhof, situada en pleno centro, como si aquí Santa Justa estuviera en El Duque, hay un inmenso estacionamiento de bicicletas, donde la gente que viene a trabajar en los trenes de cercanías desde otros puntos del cantón coge sus máquinas para ir montados en ellas a su currelo. Se ven bicicletas aparcadas a la puerta de los supermercados de Coop o Migros, ante los centros de enseñanza, ante los hospitales.

¿Por dónde circulan estas bicicletas? Pues por el carril bici. Y ay, de ti, peatón, si osas caminar por el carril bici o poner siquiera el pie dentro de su raya, se te cae el pelo. ¿Y cómo es allí el carril bici? Pues como su mismo nombre indica: un carril para las bicicletas. Una parte de la calzada de las calles (y en los parques por las aceras) acotada para las bicicletas. Pero sin separaciones, obras de mampostería ni enlosados especiales. Unas rayas pintadas en el suelo delimitan por dónde tienen que ir los tranvías, los coches y las bicicletas. Y como aquella es la patria de los ordenancismos y los reglamentismos, pues ni los coches pisan la raya de las bicicletas, ni viceversa. ¿Cuánto costó el carril bici de Zurich? ¿Cuánto pueden costar cien o doscientas latas de pintura blanca fosforescente y una docena de brochas? Pues eso es lo que costó: pintarlo en el suelo. No por eso la bicicleta está menos glorificada que aquí, ni por eso los ciclistas son menos agresivos que aquí contra los peatones, infieles aún no convertidos a la verdadera fe de las dos ruedas.

Digo todo esto de Zurich porque ¿habrá dinero en Suiza? Y apenas se han gastado nada en hacer el carril bici. En cambio aquí, el tío de la pipa fue el otro día al Puente de Triana para inaugurar oficialmente la culminación de la Red Complementaria del Carril Bici. No la red principal, no, la Complementaria. En la que se han gastado 14 millones de euros en estrechar aceras, suprimir aparcamientos, quitar carriles de circulación para coches y otras solemnes tonterías absolutamente prescindibles y sustituibles por una simple raya pintada en el suelo. Ojo, que he dicho 14 millones de euros. Que son 2.328 millones de pesetas. Echo las cuentas y no me salen. Divididos 2.328 millones de pesetas entre los 30 kilómetros de la Red Complementaria, sale a 77 millones de pesetas el kilómetro. ¿Casi como un kilómetro de carretera vale el de carril bici? Me habré equivocado. Vamos a echar las cuentas mejor sobre los 120 kilómetros totales de la red de carril bici: 2.328 millones de pesetas entre 120 kilómetros salen a 19,4 millones de pesetas el kilómetro de carril. ¿Es que han tenido acaso que taladrar montes, horadar cerros o excavar túneles como para que salga por lo menos a 19,4 millones de pesetas el kilómetro de carril bici?

¿Qué me dice usted, que le ha tocado el euromillón, como dicen que le tocó a Carmen Romero, y no sabe qué hacer con el dinero? Pues póngase al habla con el tío de la pipa. Él mejor que nadie le explicará cómo derrochar 14 millones de euros en tonterías evitables con unas simples rayas de pintura en el suelo, mientras no deja entrar a los coches al centro. Que ésa es otra...

 

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