ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Nación política, setas políticas

El último conejo que ZP se ha sacado de la chistera (pobre chistera y pobres conejos) ha sido lo de «nación política». Así puede decir el Tribunal Constitucional lo que quiera, misa en San Onofre si lo desea, que él se sale con la suya. El Constitucional ha dicho de España como Pepe Pinto de la madre: que Nación no hay más que una y a ti, Cataluña, te encontré en el carrer, vamos, en la calle. Mas para quedar bien con los catalanes de Convergencia que lo mantienen en el poder y con su correligionario Montilla, el charnego cordobés que habla con el ceutí Chaves a través del pinganillo del traductor (yo creo que es algo) y que le está rompiendo el partido en el Principado, ZP se ha inventado algo que le coge las vueltas al Constitucional y contenta a los separatistones: la «nación política». Cataluña es una nación, pero poquito: política. ¿Es la nación política lo menos que se despacha en nación, para que cuele? No, es un cachondeo, mire usted.

Que además estaba ya inventado en Sevilla. Verán. En Sevilla hace ya tiempo que había inventado el alcalde algo como la «nación política»: las setas políticas. Igual que la nación política es emperrarse en que Cataluña es una nación, pase lo que pase, las setas políticas son empeñarse en plantificar en La Encarnación una chorrada absolutamente prescindible, el Metropol Parasol, que ni se sabe lo que va a costar, ni se sabe el dineral que han tirado ya allí, ni se sabe si lo van a terminar ni cómo y que tirando corto serán 90 millones de euros despilfarrados. Que en pesetas chorrean más sangre todavía: 15.000 millones de pesetas. ¿A cuántos sevillanos en paro y a cuántas empresas en crisis se les solucionaba la vida con los 15.000 millones de pesetas de las setas que se podían haber ido a hacer puñetas?

Con la nación política, ZP desoye al Tribunal Constitucional e incumple su sentencia, como quieren los catalinos (esto de catalinos no es errata, sino mala leche marca de la casa). Con las setas políticas, el alcalde desoye al Consejo Consultivo de Andalucía que le ha dicho que dónde vas tú, muchacho, y sin saber lo que va a costar acabar eso. Las setas son políticas, convenientes no se sabe para qué, y de ahí el emperruzamiento del alcalde en proseguir con el absurdo. Si la nación política va contra la Constitución, las setas políticas van contra la razón y el sentido común. Empezando por haberlas encargado al alemán Jüngen Mayer, que no tiene idea de Sevilla, y a la vista está cómo se ha cargado La Encarnación, y además con la cantidad de arquitectos en paro que hay aquí. Y después, por haber aceptado que este alemán pusiera esos revestimientos de madera que nos van a costar más que si fueran de caoba y a los que el constructor no sabe ni cómo meterles mano. «Más madera, que esto es la guerra», que decía Groucho Marx.

Y si sólo fueran las setas políticas lo que aquí hubiesen inventado antes que ZP la nación política... Pero antes hemos inventado el carril bici político, porque se le antojó al tío de la pipa. Y el tranvía político, que ni es tranvía ni es ná, y que va de ningún sitio a ninguna parte. Y el Metro político, que más que de Sevilla es del Aljarafe y de Dos Hermanas. Y la peatonalización política, aunque los afectados protesten lo que quieran. Y el cierre político del centro, toma, para que sigáis votando al PP, so mamones... (Mamones políticos, naturalmente.)

 

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