ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


¡Moratinos, echa caramelos!

Aunque esté en los baños de Matalascañas, remojándose los jueves y los viernes, o sea, lo que han encontrado de piedra y en romano en las absolutamente prescindibles excavaciones del Patio de Banderas (republicanas para el alcaide del Alcázar, el de la perra con Indalecio Prieto), tengo que llamar a José Luis Montoya, máxima autoridad en Quiénes Serán los Reyes Magos Este Año, y que me diga si Gaspar está ya nombrado. Para, en caso contrario, proponer en tiempo y forma al Ateneo que Moratinos sea Gaspar. ¿Qué tiene que ver Moratinos con Sevilla? Pues lo que la BBK con Andalucía: absolutamente nada. Pero «con la que está cayendo», que dicen los tertulianos de las radios, y como hay que ahorrar, Moratinos le vendría divinamente a la Docta Casa.

—¿Es que va a soltar mucho más que la habitual tela del telón que dan los nuevos ricos por salir de reyes magos?

No. Enseguía va a dar nada Moratinos de su bolsillo. Como a todos los progres gobernantes, le gusta hacer sus caridades y solidaridades con dinero público, y pagar sus gastitos con la Visa Oro del carguete. El progre es de suyo trincón y mangón, y de su dinero no se gasta un duro. No, por ahí no iba el ahorro para la Cabalgata. Va por el atuendo de Rey Mago. ¿Vieron ustedes la portada del ABC de ayer, ese Moratinos vestido de chufla y oro en Afganistán, donde por cierto no ha ido pagándoselo de su bolsillo? Ni el mejor disfrazado de la historia de la Cabalgata iba tan bien de Gaspar como Moratinos corriéndose una «jirga», que es como una juerga, pero sin flamencos, nada más que con el jámala, jámala de los moros. Así que el Ateneo tendría que gastarse 0,0 euros en vestirlo de Gaspar: ya tiene la ropa.

Al turbante de gala que le plantificaron en la cabeza lo llaman allí en Afganistán con una palabra que no es árabe, sino sevillanísima: el «longui». Es lo que Moratinos se hace siempre. Moratinos se hace el longui cuando el ceporro de Chávez nos insulta. Se hace el longui ante la dictadura de Cuba. Se hace el longui cuando los moros nos piden Ceuta, Melilla, un café doble y dos torrijas. Y le pusieron también a Moratinos un «chapan», un manto de mando. Color Lopera, esto es, marrón-verdoso: menudo marrón se va a tener que comer el verdoso. Sentado en el butacón corriéndose una «jirga», ¿no les parecía Moratinos talmente Gaspar en lo alto de su carroza? Sólo faltaban los niños afganos desgañitándose:

—¡Moratinos, echa caramelos!

Y los padres de esos niños afganos, con los paraguas abiertos del revés, para coger los caramelos. Caramelos pagados, naturalmente, con fondos públicos. Porque como el monje hace al hábito, y no al revés, Moratinos va por el mundo de Rey Mago, espurreando nuestro dinero. Visitó a nuestras tropas en aquellos chirlos mirlos. Que no sé qué se le habrá perdido allí a nuestro glorioso Ejército. ¿Usted sabe cuánto se ha gastado España en las misiones que llaman «de paz», pero que son de guerra, y a los soldados muertos en ellas me remito? Pues en los últimos 20 años nos hemos gastado 7.000 millones de euros en las mal llamadas «misiones de paz». Que son 1,16 billones de pesetas. Usted me dirá si Moratinos es un Rey Mago o no es un Rey Mago, vestido con el uniforme del cuerpo al que pertenece y tirando el dinero como si fueran caramelos con el anuncio de Cajasol.

 

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