ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El paro llega a los armaos

Cuando el río corría por Sevilla y no estaba cortado y desviado en La Algaba, la Bruja Lola que adivinaba las riadas era la boca del león del puente de Triana. Sin necesidad de informes de la Confederación Hidrográfica ni predicciones de Meteorología, se sabía que cuando el río llegaba a la boca del león, Sevilla se arriaba. A estas señales certísimas ahora les llaman indicadores. Dependemos de los indicadores y de los índices. Todo el mundo se sabe el PIB y la EPA. Pero acabo de descubrir un indicador económico sevillanísimo: el IPA, Índice de Paro de los Armaos. ¿Cuánto paro hay en Sevilla? Pues yo se lo voy a decir con ese indicador: una barbaridad. El paro llega a la Centuria. Cómo estará la cosa, que hasta el capitán de los armaos se ha quedado sin trabajo y ya está apuntado al paro del mismo modo que a la Hermandad del Sentencia. El capitán Ignacio Guillermo Prieto se ha quedado sin su segunda actividad. Ya expliqué en el artículo «Un armao en Triana» esto de la segunda actividad de los capitanes de la Centuria:

«Como en la Roma imperial ha estado la cosa en los últimos siglos muy achuchada y han recortado los gastos de Defensa, los capitanes de la Centuria se han tenido que buscar las habichuelas en otras dedicaciones, hasta que les llega su anual gloria en la Madrugada soñada por las tropas, clases y oficialidad del Ejército de la Gracia que comandan. Así ha sido como ha habido capitanes de la Centuria que trabajaban de practicantes, como Antonio Ángel Franco, el famoso y aguerrido Melli, que en el alfonsí Real Hospital de San Lázaro cambiaba a lo largo del año su invicta espada de centurión por la aguja de poner inyecciones. Otros capitanes también eran de la Sanidad Militar de Roma, pero destinados en el puesto avanzado del primer escalón del Hospital de la Macarena en cuestiones de celaduría, como José López Fernández, mítico Pelao que en las paradojas de Sevilla lucía una calva gloriosa como de mármol de busto de senador de Itálica. Capitanes hubo como Pepe García que procedían de la Plaza de la Encarnación, donde tenía su puesto de frutas y verduras, su clientela y su señorío como de lord inglés del atrio».

Como allí dije, Ignacio Guillermo Prieto, capitán del Ejército de Roma, tenía su segunda actividad como director de agencia en Viajes Marsans. ¿Quién mejor para organizarte un viaje a Roma? El capitán estuvo al frente de la sucursal de Marsans en la Avenida hasta que en la Sevilla de las paradojas fue trasladado para dirigir la oficina de Triana. Como compensación a que el Pasmo de Triana naciera en la calle Feria, el capitán de los Armaos de la Macarena trabajaba en la Cava de los Gitanos. Ahora, en la contradicción económica de que el presidente de los empresarios, Díaz Ferrán, es quien llevó al barquinazo a Viajes Marsans, el capitán de los armaos se ha quedado en el paro, al sufrir el mismo ERE que otros 1.350 empleados de la compañía que unos sepultureros de empresas compraron por 600 millones de euros... que ellos no han visto. La empresa liquidadora de Marsans ha dejado al capitán de los armaos en la calle, y no en la calle Parras precisamente. Y para mayor paradoja, esta empresa que mandó al paro al capitán del Senatus Populusque Macarenus se llama encima Posibilitum. ¡Joé con los latines! Sépanlo los empresarios del hispalense turismo para que le ofrezcan pronto nuevo destino: sin salir del latín, el de un centurión de la Bética sí que es un verdadero y brillante «curriculum».

 

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