ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Parto con bici en el gueto-centro

Y el heroico vecino del gueto-centro nos sigue contando la historia para no dormir del parto de su mujer en la Ciudad de las Bicicletas Más Que De Las Personas que nos prometió rematar el sábado:

«¿Que cómo va la señora embarazada que ha roto aguas al Sagrado Corazón en bicicleta? Pues mire, se lo cuento, que en esta lides tengo cierta experiencia, ya que últimamente he tenido cinco niños, la menor hace año y medio, cuando el centro ya era un gueto.

»Como mi garaje está cerca de la Avenida y poner el coche en mi puerta (Cuesta del Rosario) exige una vuelta increíble, una compañera de trabajo me dejó una plaza de aparcamiento que tiene en la calle Conde de Ybarra, para que en caso de que mi mujer rompiese aguas por la noche pudiese salir directo. (Pensar en dejar el coche aparcado cerca de mi puerta es imposible, porque todo está prohibido).

»Así las cosas, me encontraba dando clases en La Cartuja, cuando me llama mi mujer para que la recoja, porque ha roto aguas. “¡Hasta luego, señores —tuve que decirles a los alumnos—, que voy a tener un niño!”. Y corriendo cogí la bici para irme pitando desde La Cartuja hasta mi casa. Porque yo ya voy en bici al trabajo, ya que entrar y salir del centro y aparcar en La Cartuja es tan complicado que prefiero eso. El coche ¡ni tocarlo!

»Ya se puede usted figurar el carrerón que tuve que pegarme con la bici desde La Cartuja. Llegué ahogaíto al garaje de mi amiga en la calle Conde de Ybarra, saqué el coche, mi mujer ya me estaba esperando en el portal, con los brazos sujetándose los riñones, se metió corriendo como pudo, entre contracciones...

»Ahora salga usted despacito por el Salvador, Entrecárceles, la Plaza de San Francisco, Hernando Colón, atraviese la Avenida, ¡ojo, con el tranvía, los turistas, las bicis, y el sursum corda! Siga por García de Vinuesa, la Puerta del Arenal, Antonia Díaz, todo mú despaciiiito, ¡ y más si te coge un coche de caballos delante o el camión de la basura! Y por fin... ¡llego al Paseo de Colón! Que está atascado a la altura de la Torre del Oro. Y en pleno atasco, un policía que se acerca, ¡para ayudar claro! ¡Quiá! ¡Para decirme que no llevo puesto el cinturón! ¡Pero hijo mío! ¿Estoy yo pá cinturón o algo, si voy a tener al niño aquí en la calle como en las películas, si me van a tener que abrir paso como si fuera Michel Obama?

»Y finalmente, con los dolores cada vez más seguidos, llegamos mi mujer y yo al Virgen del Rocío: ¡Palante! Aquí, ni epidural ni nada. ¡Si el niño está ya fuera, si estaba ya casi saliendo cuando íbamos por la calle Antonia Díaz y nos cogió delante un coche de caballos que no pudimos adelantar hasta que llegamos al monumento de Curro Romero!

»Y a la media hora de entrar en el Maternal, ya estaba el nuevo sevillanito en el mundo. Que a punto estuvo de nacer a la sombra real de la Giralda, entre tranvías y bicicletas.

»Y no he exagerado ni un pelo. Tal como lo viví se lo cuento.

»Como le dije el otro día, así es la vida del sevillano que aún vive el gueto, digo, en el centro».

 

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