ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Qué bonita está mi Cai

Cuando el mairenismo militante ejercía su dictadura e infalible pontificado sobre el flamenquerío, Caracol, Valderrama y Marchena eran tres herejes peligrosísimos, aunque cada uno tuviera una fábrica de caramelos en la garganta. Entonces, a todo el que se declaraba mairenista y partidario de la pureza ortodoxa, me gustaba decirle:

—Bueno, dime una letra de Antonio Mairena.

Ninguno se sabía ninguna. Tras ese silencio de los seguidores de quien inventó los que en «Andalucía, ¿Tercer Mundo?» llamé «flamencos de ayuntamiento» (siendo franquistas dichos ayuntamientos), les decía a quienes renegaban entonces de lo que ahora ellos mismos llaman fusión y celebran en Miguel Poveda:

—Pues si no sabes ninguna letra de Mairena, dime entonces una del Caracol, de Marchena o de Valderrama.

Y el de la pureza del cante y de los dictados de Ricardo Molina me decía entonces:

—¿Cuál prefieres, «Carcelero», «Los cuatro muleros» o «El emigrante»?.

He pensado hoy en aquella inmensa contradicción viendo el «¡fuera gorros!» de la progresía ante la muerte de José Antonio Labordeta, que a mí, con todos los respetos, me pareció siempre una fotocopia aragonesa de Camilo José Cela, pero con guitarra de cantautor. ¿Quién se sabe una canción de Labordeta, para tanto gorigori fuera de Aragón? En cambio ha muerto en la Real Isla de San Fernando el chirigotero cañaílla que escribió un estribillo que se sabe España entera e islas adyacentes, y nadie le ha dedicado por aquí un mal recuerdo.

¿Que cuál es tal estribillo? Pues uno que en cuanto yo escriba el primer verso usted lo va a cantar enterito, con letra y música: «Qué bonito, qué bonito.../Qué bonita está mi Cai,/qué bonita mi ciudad,/que rebosa de alegría/cuando llega Carnaval». «Ahí queda eso», diría José Ramos «Requeté» cuando terminó de escribir en 1979 su universal estribillo. Cuentan que inicialmente lo compuso para la comparsa infantil «El Sheriff y sus Comisarios», pero que como sonaba tan chirigotero, se lo traspasó a «El profesor Majareta y los niños probeta», primer premio provincial de aquel año. Desde entonces es canción tenida por anónima, que tocan todas las bandas de todas las cabalgatas de todos los carnavales.

Lo de Manuel Machado sobre la autoría de las coplas se cumple con Requeté. Hasta le mangaron ese estribillo por el procedimiento del tirón. Vamos, como los de Canal Sur me mangaron a mí la autoría del título «Se llama copla», que es un verso de mi canción «Proclamación de la copla», registrada en la Sociedad de Autores sin que Tedy Bautista me haya defendido de oficio en mis derechos: «No es canción, se llama copla/y cabe en ella la vía,/que la copla es el querer/que se llama Andalucía». Ante los mangones de coplas ajenas, Requeté tuvo que reclamar la autoría del «Qué Bonito» en los tribunales, que le dieron la razón. La gloria de saberse sus versos de memoria se la había dado ya el pueblo. Que no olvida otros estribillos suyos geniales, como el de la chirigota «Los celtas cortos», título que también le mangó una banda de rock. Los chirigoteros de San Fernando iban de guerreros como los Celtas de Tabacalera, y decían en su estribillo: «¡Pelotón! ¡Al ataque!/¡Agachad la cabeza/que tiran flechas/y arrojan bombas/de triquitraque!». Requeté se ha muerto en La Isla, junto a su Cádiz del «Qué Bonito», sabiendo por triste experiencia propia que los mangones de coplas ajenas sí que arrojan flechas y tiran bombas de triquitraque.

 

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