ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Berlanga, redentor de Andalucía

El valenciano Berlanga, el creador de ese concepto de «lo berlanguiano» que a partir de ahora deberá reemplazar a lo que erróneamente llaman «surrealista», se ha muerto sin que Andalucía le haya reconocido lo mucho que hizo por nuestra tierra. ¿Por qué esa deuda de Andalucía con Berlanga? Pues porque Luis García Berlanga redimió a Andalucía del tópico de pandereta a la que la habían condenado el cine y el teatro folklóricos. Una Andalucía de reja, cortijo, patio y cancela en decorados de cartón piedra, con la que Cifesa se hizo rica en el cine y Lusarreta en sus teatros. La Andalucía que recuerdo pregonada desde un coche con altavoces que recorría Sevilla anunciando una película:
—¡«Un caballero andaluz», «Un caballero andaluz», hoy en Coliseo España!
Y «Un caballero andaluz» era un bodrio perfectamente tópico dirigido por Luis Lucia, con caballos, cortijos, toros, rejoneo, Jorge Mistral de señorito guapo, Carmen Sevilla de mocita pretendida, Manuel Luna de Manuel Luna y Jaime Blanch de lacrimógeno muchacho desgraciadito. Con esos mismos mimbres, Berlanga hizo la cesta redentora de una Andalucía de canasteros y miarmas: «Bienvenido Mister Marshall». Pues al igual que Cervantes escribió una novela de caballería para burlarse de las novelas de caballería, Berlanga hizo en 1952 una españolada con todos sus avíos para redimir a Andalucía de los tópicos del cine de pandereta. La Castilla que se disfrazaba de Andalucía en Villar del Río era una acusación contra la utilización de nuestra tierra para el folkloreo y el artisteo del pandereteo, en la máquina de acuñar tópicos que habían montado los viajeros románticos.
Esa redención de Andalucía tiene música, cuña de la misma madera. Usted se la sabe de memoria. Es un tanguillo gaditano, con un aire indudablemente chirigotero, ya que de un solemne y supremo pitorreo contra el copleterío pseudoandaluz se trata. Me refiero a las «Coplillas de las divisas», cantada por una intérprete del género, Lolita Sevilla, que compuso especialmente para la película una de los dos tríadas capitolinas de la canción andaluza: José Antonio Ochaíta, el gran y culto poeta alcarreño, coautor de «La Lirio»; Xandro Valerio, el autor moguereño de «La Parrala» que con Rafael de León escribió también «Tatuaje»; y el sobradísímo compositor extremeño Juan Solano. ¿Sabría el consagrado trío de Ochaíta, Valerio y Solano del género que Berlanga quería ridiculizar? Y aquí vino la grandeza de Berlanga y de las «Coplillas de las divisas»: la capacidad de estos tres grandes autores para reírse de ellos mismos y para ridiculizar la estética del arsa y olé. Para mí que al igual que el maestro Solano bebió del venero del tanguillo gaditano, Ochaíta y Valerio captaron en su letra el espíritu carnavalesco. Aquella inmensa chirigota cinematográfica de Mister Marshall fue la voladura controlada del cine de pandereta andaluza. Si lo dudan, canten conmigo, que seguro que se saben la música redentora de Andalucía por el arma de destrucción masiva del humor: «Los yankis han venío,/mira el salero, con mil regalos/y a las niñas bonitas/van a obsequiarlas con aeroplanos./Con aeroplanos de chorro libre,/que corta el aire,/y también rascacielos/ bien conservaos en "frigidaires"./ Americanos, vienen a España guapos y sanos./Viva el tronío/de ese gran pueblo con poderío./Olé Virginia y Michigán/y viva "Tersas" que no está mal./Os recibimos,/americanos, con alegría,/óle mi mare,/ óle mi suegra y óle mi tía.»
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