ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


En Sevilla no hay estado de alarma

En Sevilla no hay estado de alarma. ¿Qué digo de alarma? Ni de preocupación siquiera. Sevilla, como saben, es la ciudad del No Madeja Do, que son las armas chicas. Y la ciudad del No Passsa Nada, que es lo que no se arma aunque se hunda el mundo, por el pasotismo colectivo que, salvo escasas y honradas excepciones, nos envuelve. Tras el sabotaje de los controladores aéreos contra el Puente de la Purísima, en España hemos notado que, por una vez y sin que sirva de precedente, hay un Gobierno que gobierna. Un Gobierno que, además, tiene la autolegitimación moral que se otorga la izquierda. Por definición, todo lo que hace la izquierda es progresista, por tanto bueno y benéfico, y todo lo que hace la derecha es facha, por tanto malísimo y condenable. Este Gobierno puede congelar las pensiones, que, como es de izquierdas (o dice serlo, aunque sus decisiones no lo sean), No Passsa Nada. Este Gobierno puede bajar el sueldo a los funcionarios, que, como es de izquierdas, No Passsa Nada. ¿Se imaginan que hubiera sido el PP el que hubiera congelado las pensiones, bajado el sueldo a los funcionarios, suprimido los 400 euros a los parados en las últimas y subido el IVA, la luz y hasta los impuestos del tabaco?
Y lo de los controladores, igual. Tras el caos aeroportuario, ZP ha hecho lo que no suele: gobernar. Lo que la Thatcher en Gran Bretaña con los mineros o lo que haría Angela Merkel en semejantes circunstancias. ¿No se manda la Unidad Militar de Emergencias cuando hay una riada grande o un fuego gordo, y nadie protesta por que los militares se metan en la vida civil? Pues con las torres de control de los aeropuertos (que por cierto va a vender) ha hecho lo mismo: mandar a los militares de Aviación para auxilio de la población civil. ¿No mandamos el Ejército a Bosnia para ayudar a las criaturitas, con lo lejos que está Bosnia? ¿Pues por qué no habíamos de mandarlo a Barajas, que está más cerca?
Pero les invito a que piensen lo que sigue: ¿se imaginan que el PP hubiera mandado a los militares de Aviación a las torres de control, la que hubiesen liado los sociatas? ¿Se imaginan lo que habría largado Gaspar Zarrías por esa boquita por la que ha tratado, de todas formas, de culpar al PP de la huelga de controladores?
Después de tantas locuras en el ejercicio del poder, ya era hora de las corduras. Pero eso es en el gobierno de Madrid. Al Gobierno de Madrid le ha funcionado el estado de alarma. Aquí en Sevilla no hay la menor alarma. Ni despertador siquiera. Y a muchos efectos, Sevilla es un caos como el espacio aéreo el 5 de diciembre. Sevilla es un caos de circulación. Sevilla es un caos de crisis económica. Sevilla es un caos de gastar el dinero en obras inútiles, y pongo sólo cuatro: ¿qué falta hacían las Setas de la Encarnación, los pasos subterráneos de La Palmera o el de Los Arcos o la Torre Pelli en una ciudad con 200.000 metros cuadrados de oficinas vacías? Sevilla es un caos de planificación, y al Plan Centro me remito, que será la ruina de más comerciantes todavía, el tormento de los pocos vecinos que van quedando en un casco antiguo cada día más deshabitado y desertizado. Sevilla es un caos del paro, de la falta de esperanza para los titulados universitarios que no encuentran trabajo. Sevilla es el caos que produce la sensación de que no gobierna nadie. Sevilla no tiene líderes. Padecemos la huelga indefinida de controladores sociales, políticos, civiles, culturales, económicos. Y aquí no sólo no se declara el estado de alarma, sino que no se alarma nadie: niño, llena aquí otra vez. Mientras no haya sedición de bares y caos por colapso de la Cruzcampo en tanque de salmuera, aquí No Passsa Nada.
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