ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Taburete y Mesas Altas

El título que le he puesto a este artículo puede hacerles pensar que voy a largar una monserga sobre las apócrifas mercedes nobiliarias de Sevilla. Sí, eso de Taburete y Mesas Altas puede sonar a los títulos falsos de la Peña Er 77. Como el Marqués de las Cabriolas o el Conde de la Natilla, podríamos decir que S.M. La Guasa de Sevilla se ha dignado conceder la merced nobiliaria de Conde del Taburete a uno que yo me sé, y el título de Marquesa de Mesas Altas a otra de cuyo nombre prefiero no acordarme, no vayamos a tenerla.
Tampoco va esto de la vieja murga sevillana, la de Pujales, Regaera y Carabolso, la que salvamos del olvido cuando con García Pelayo e Ignacio Martínez rescatamos su repertorio como constancia histórica, reuniendo a Manolín, Escalera, Oliveira y Pepinete para que en el estudio que Josele Moreno tenía por la Puerta Carmona grabaran el «Sevilla always» y el cuplé del negro que tenía el alma blanca (y entre las piernas lo que imaginarse pueden), en el disco «Murga sevillana de la Alameda», ya rarísimo tesoro de vinilo. En aquella murga fue gente y persona el célebre Taburete, compañero de Panseco, de Manolín y de Regaera, de Los Medinas y Los Rondán. Pero tampoco va esto de Taburete el de la murga.
Esto va de la murga de los taburetes, que no es lo mismo. De los taburetes con mesas altas o de las mesas altas con taburetes que se están imponiendo en todos los bares, tabernas y abacerías. (Que es la moda, poner una abacería hasta con máquina de café cuando no puedes abrir un bar porque estás en una zona saturada de copeo y tapeo). Los taberneros han descubierto las mesas altas y los taburetes como una forma de convertir en cuasirestaurante todo bar. El taburete y la mesa alta cada día sustituyen con mayor proliferación a la anterior moda, que era la (verdadera o falsa) bota de vino de Jerez o de Sanlúcar, el tonel, vamos, el barril, con publicidad de Barbadillo, de San Patricio o de La Guita, que servía de mesa.
¡Con lo incómodos que son los taburetes de las mesas altas y las mesas altas de los taburetes, que te caes y te partes un brazo! Ya han invadido hasta los templos más conservadores del tapeo. Yo creo que esto ocurre porque la función crea el órgano. La crisis ha asentado y extendido una costumbre sevillanísima: almorzar de tapas. La gente, con dos tapas y una media ración, almuerza. Por eso las tapas cada día las sirven en platos más grandes. ¿Se acuerdan cuando la ensaladilla te la daban en una conchita con un pico? Ahora te ponen platazo de ensaladilla y cestita al lado con tenedor y cuchillo y medio bollo. Con esa ensaladilla, y con el arroz (que siempre «acaba de salir», aunque esté para coger desconchones), se almuerza. Punto en el cual habría un tabernero que, viendo a la gente almorzar de tapas, pensó:«Aquí pongo yo unas mesas altas y unos taburetes, y esto es Oriza...»
Y Sevilla se llenó no «de muros y torres altas», como en los versos de Hércules y Julio César, sino de taburetes y mesas altas. Incomodísimos taburetes, que te caes y te partes un brazo. Y hasta los sacaron a la calle. ¿Se han dado cuenta de que Sevilla se está convirtiendo en una enorme terraza de veladores y mesas altas, y de barriles a modo de mostradores callejeros? Como actividad improductiva dicen que hay 200.000 metros cuadrados de oficinas vacías. Y como actividad productivísima, ¿cuántos miles de metros cuadrados hay de veladores y de mesas altas con taburete en la calle? Se lo digo yo, que estoy escribiendo este artículo... ¿dónde se imaginan ustedes? Pues en una mesa alta y en un taburete. He decidido poner mi escritorio en absoluta actividad productiva.
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