ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Carta de los Reyes Magos

QUERIDOS Niños, queridos Padres, queridos Tíos, queridos Abuelos: os extrañará que os pongamos esta carta, justo en contraflecha de la costumbre, pues todas son misivas dirigidas a los Reyes Magos, y ninguna de nosotros a quienes creéis en la suprema magia de nuestro Reino de Oriente. No os extrañe, pues, que os pongamos esta carta. No queremos quedar con vosotros tan mal como los Corintios o los Tesalonicenses con San Pablo, que se hartó el hombre de ponerles epístolas y venga epístolas, y no tuvieron los muy maleducados ni la delicadeza de ponerle cuatro letras acusándole recibo. Por medio de la presente acusamos recibo de todas las cartas con vuestras peticiones, y cumplimos, por nuestra parte, con la rúbrica de costumbre en ellas. Esto es, que sabemos que todos los niños habéis sido buenos y que los padres, los tíos y los abuelos habéis aguantado todas las prohibiciones que os han puesto, desde no fumar a no usar bolsas de plástico en el híper, y habéis sobrellevado como habéis podido tanto la crisis como ese Gobierno de España que se anuncia por la tele más que los juguetes.
Os ponemos esta carta para que mañana no se rompa vuestra ilusión. Nuestro colega anglosajón y protestante Papá Noel nos ha advertido que cuando llegó por las chimeneas de las Españas con sus regalos de Navidad, para muchos niños fueron precisamente una desilusión, por lo que os vamos a contar y advertir. Suponemos que en Laponia ocurre como aquí en Oriente, que no existen las pilas eléctricas. Y que todos los regalos que os llevemos esta noche, si es que requieren baterías, ora los coches de Rayo MacQueen, ora los juegos de Bob Esponja, ora los monstruos horrorosos de Gormiti, os pueden producir una gran frustración mañana por la mañana. Cuando los abráis y os dispongáis a poner en acción, queridos niños, las muñecas maravillosas de la tele, los monstruos de las galaxias, los coches fantásticos, vuestros padres, tíos y abuelos comprobarán, oh decepción, ¡que no traen pilas y que necesitan tantas de la doble AA o tantas otras de la triple AAA! Y que como es la fiesta de la Epifanía del Señor, están todas las tiendas cerradas, y no hay forma de encontrar pilas, con lo que vuestros guerreros se quedarán sin batallas, vuestras muñecas sin llantos y vuestros coches sin chicanes. Decid, niños, a vuestros papás, a vuestros titos, a vuestros abuelos, que hagan, por tanto, provisión abundante de pilas para los juguetes que os traeremos esta noche. Os insistimos: en Oriente no existen las pilas y por eso todos los juguetes vienen sin ellas.
¡Ah, y no olvidéis los destornilladores de estrella! En el caso improbable de que haya pilas en casa, nada podréis hacer para poner en marcha tanto prodigioso juguete si no hay un destornillador de estrella. Hasta Oriente llegan las dictatoriales directivas de la Unión Europea que nos obligan a poner los cubículos de las pilas con herméticos cierres de tornillos de estrella, como si fuesen cofres del tesoro, a fin de que los más pequeños no las saquen y se las coman. Como vuestros padres y abuelos, añoramos aquellos tiempos en que a los juguetes se les podían poner las pilas sin destornillador de estrellas y se podían armar sin ser ingeniero de la NASA.
Como habéis sido buenos, nuestro consejo es que hoy, antes que cierren las tiendas, os compren muuuuuchas pilas y muuuuuchos destornilladores de estrella. Así en la mañana de la Ilusión no habrá desilusiones. Os lo recomiendan
Melchor, Gaspar y Baltasar.
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