Sevilla es muy aficionada a hablar del pasado. Menos cuando se trata de la Feria. En tal caso lo tradicional es hablar del futuro: si la adelantarán al domingo, si la trasladan al Charco de la Pava... El Charco de la Pava no es urgente problema futuro. Ahora el mayor problema futuro de la Feria es por lo visto saber si en las casetas se va a poder fumar o no.

—Pues yo, Burgos, me conformo con que se pueda bailar y se pueda tomar una copita. Porque como estos tíos lo prohiben todo, hasta las bolsas de plástico del Mercadona, no me extrañaría nada que metieran mano también en las casetas con este prohibicionismo con el que van a terminar haciendo liberal a Franco, y dijeran que no se puede beber rebujito si hay delante menores de 18 años. ¡Y madre mía, como Sanidad meta mano en las cocinas de la Feria!

Es curioso el debate del fumeque ferial. En Sevilla no se ha planteado la merma de libertades que supone que no digo ya fumar en los bares, sino que usted, dueño de una tienda, no se pueda echar un cigarrito detrás del mostrador cuando le salga del alma. A mí me da miedo una nación donde una ministra con cara de eso que dijimos anima a delatar al vecino que fuma. Me suena a la Alemania de Hitler. O a la ordenancista Suiza de hoy en día, donde tu vecino llama a la Policía si dejas el coche mal aparcado o sacas la basura cuando no corresponde. A mí me da miedo esta España de las delaciones. Me recuerda al Madrid rojo de Foxá, donde los porteros del barrio de Salamanca se chivaban de los vecinos que oían a Queipo por la radio. Camino de eso vamos. Ante el silencio de los borregos. No de los corderos, no: de los borregos. En toda España tenía que haber cien mil Asadores Guadalminas, en colectiva insumisión cívica contra esta pérdida de libertades. Y lo que hay son dos mil inspectores mirando si se fuma, con la libreta de las multas en la mano, y veinte millones de fumadores estrictamente aco...gotados. ¿Dónde está aquella rebeldía civil de declararse insumiso ante el aplauso social, cuando la mili era obligatoria? ¿Es que no fumar es más importante que servir a la Patria? ¿Por que aquí sólo se declara insumiso el tabernero de Marbella?

Y encima, la Facua. Yo, la verdad, le tenía mucha simpatía a la Facua por su defensa de los consumidores. Como antiguo fumador y acompañante en el sentimiento de los actuales, ahora le tengo miedo a la Facua. Y pánico cuando veo por la tele a su portavoz. Imagínese que usted es un judío del gueto de Varsovia en 1940 y piense que llaman a su puerta a las 3 de la mañana. Y que cuando abre está allí el portavoz de la Facua con un abrigo negro de piel hasta los pies y una mascota de alas gachas... ¡Por las patas abajo! Eso me recuerda el portavoz de Facua, a la Gestapo, cuando se jacta de las denuncias que han presentado contra los judíos, digo, contra los fumadores y los dueños de bares que los amparan. O cuando dice orgulloso que en las casetas no se podrá fumar. ¿Por qué los presuntos defensores de los consumidores se han puesto a favor de los que recortaron nuestras libertades y no de parte de los consumidores de tabaco, que es lo que les pegaba?

Ante esta general pérdida de libertad, fumar o no fumar en las casetas de Feria es cuestión menor. Ahora, que yo digo una cosa: en las casetas no fumaremos, pero verás tú como no hay cojones para prohibírselo a los etarras en sus herriko tabernas, donde se fuman un puro así de grande cada vez que asesinan a un guardia civil.