ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La venganza del pepino

Los españoles somos unos santos. Y los agricultores andaluces, más. Hay que buscar un postulador para que les abra causa de beatificación. Lo digo por el pepino. Por cómo han tenido que callar, con la desidia y tardanza del Gobierno y de la Junta por delante, ante todas las mentiras que han dicho los alemanes sobre el pepino. La economía agraria andaluza ha salido con media en las agujas y los agricultores no le han puesto los tractores en la puerta de San Telmo a Griñán, por no defender sus intereses.

Hay que tener mucho cuidado a la hora de escribir del pepino. Vaya nombrecito que tiene el pepino. Vaya forma que tiene el pepino. Y lo que da que pensar a las solteronas y a los sensibles en cuanto ven un pepino medio en condiciones. Eso es lo malo. Que más que textos muy serios, como el que trato de hacer, el pepino, a pesar de la ruina del campo, da pie a la chirigota. Y luego, con alemanes enfrente. Con los dueños de Europa. Nos hemos resignado a que digan pestes de nuestros pepinos sin que podamos abrir la boca. Y sin argumento alguno: ahí está la tardía excusa alemana por condenar al pepino sin prueba alguna. Y sin tomarnos nosotros venganza alguna.

Pensé en la venganza cuando vi que Alemania, sin demostrar nada, ponía al pepino como culpable de la muerte de tantas criaturas a causa de esa Escherichia Coli a la que todo el mundo le quita el nombre de pila y la deja sólo con el apellido y la inicial E por delante. Usando los mismos argumentos con que Alemania se ha cargado al pepino andaluz, esto es, absolutamente ninguno, debía haber salido la consejera de Agricultura y haber dicho:

«Nuestros pepinos da gloria verlos, ñam, ñam, ñam. Pero en cambio, lo que no dicen los puñeteros alemanes, y se lo digo yo a ustedes, es que las salchichas matan. No compren salchichas alemanas, casi tós palman. Miren bien en la etiqueta antes de comprarlas, que sean nuestras, de Campofrío. Y en cuanto a los coches alemanes, pues ya ven lo que le ha pasado al pobre de Ortega Cano: el coche con el que se pegó el tortazo era alemán. Mercedes por más señas. Así que no me vengan hablando de la seguridad alemana de los Mercedes. Y quien dice Mercedes, dice Audi. En la Junta hemos decidido que hasta que Alemania no nos indemnice por la crisis del pepino, aquí no se le compra un Audi más a un consejero como coche oficial. Y BMW, menos. Y no hay que volar por Lufthansa, que esos aviones se meten unos cacharrazos espantosos; por eso Rubalcaba viene en Mystere oficial. Y si se montan en un ascensor o en unas escaleras mecánicas y pone allí Thyssen, mejor que suban a patita, nunca se sabe con estos alemanes. Hay un consejero que se afeitaba con una maquinilla Braun, pero le hemos dicho que se olvide, que como es alemana, pega unos pellizcos espantosos. Ah, y nada de lavavajillas Bosch. Y de neveras Siemens, nada. Ya hemos alertado a todos los andaluces que en el Deutsche Bank, ni un céntimo. Y en los conciertos que patrocine la Consejería de Cultura se retirará la subvención si se interpretan obras de Bach, de Beethoven o de Wagner.»

Se impone la venganza del pepino contra Alemania. ¿Serios los alemanes? Pepineti, el componente de la murga de Manolín, Escalera, Oliveira y Pepineti, era más serio que los alemanes. Que les vayan dando por donde amarga el pepino.

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