Se lleva mucho el «ex». Raro es el día que un bestia asesino no mata a su ex pareja, vamos, a lo que toda la vida de Dios se ha dicho «su antigua novia» o «su primera mujer». Tanto se ha hecho al «ex» como apéndice de los Juzgados de Familia o de Violencia sobre la Mujer, que la Real Academia incluso lo ha admitido como nombre, con la acepción de «persona que ha dejado de ser cónyuge o pareja sentimental de otra». La habrán oído con este uso decenas de veces:

—¿Sabes que mi ex se va a casar otra vez?

Bueno, pues por allí por los Juzgados de Familia precisamente, por donde está el Registro y se casa la gente por lo civil, hay un barrio que también es ex: la ex Enramadilla. La Enramadilla ha dejado de existir. Nadie dice ya Enramadilla: aquello es ya Viapol de Viapoles y todo Viapol. La que de soltera era La Enramadilla de toda la vida, cuando con los planes de expansión de la Expo fue urbanizada adoptó el nombre de su adinerado marido: el señor Viapol. Creo que le regalan el «Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla» a quien al trozo de Ramón y Cajal que va desde El Prado al Juncal le siga llamando por su nombre de siempre, La Enramadilla, y no por su nueva denominación de origen (de origen comercial y de promoción inmobiliaria) de Viapol. Antes se hablaba del Puente de la Enramadilla, el que derribaron cuando soterraron las vías del tren, el que estaba junto a Ciudad de Ronda y que llevaba hasta las estribaciones del barrio de San Bernardo. Ya no hay ni puente de la Enramadilla... ni Enramadilla. Todo es Viapol. Y ni te cuento lo que los viejos del lugar, los que vivían por el Cortijo Maestrescuela, llamaban a aquellos andurriales de la Pirotecnia, la Fábrica de Cros y la antigua estación del tren de Alcalá de los Panaderos: Las Carolinas. Siendo aquello recinto militar, con la Pirotecnia y la Fábrica de Artillería, ¿se llamó así el lugar en relación con esas islas de la Micronesia que España perdió junto con Cuba, Filipinas y Puerto Rico en el Desastre de 1898? No sé. Porque si ya nadie habla de La Enramadilla, imagínense de Las Carolinas...

¿Y por qué llamamos Viapol a Viapol? Pues lo mismo que le decimos Bami a Bami. Es un caso paralelo de un barrio sevillano que tomó el nombre de la sociedad promotora que lo urbanizó. El Banco Mercantil e Industrial urbanizó en 1952 la Dehesa de los Cuarenta, en Tabladilla, y le puso a aquella zona de Rafael Salgado el acrónimo de la entidad: BAMI, Banco Mercantil e Industrial. Lo de Viapol es igual. Los terrenos industriales, militares y ferroviarios de La Enramadilla liberados por los planes urbanísticos del 92 fueron convertidos en bloques de pisos por una empresa familiar sevillana, creada en 1984, que tomó también el nombre del acrónimo de sus fundadores; lo que pasa es que, a diferencia de Bami, yo no he podido saber quién era el señor Vía y quién era el señor Pol.

La realidad es que la Ex Enramadilla, o sea, Viapol, es un barrio simpático, joven, medio campus universitario y medio Argüelles madrileño, como unos Bermejales junto al Prado y la Huerta del Rey (vulgo Buhaira), con todos los bares del mundo y aparcamientos libres gracias a los estacionamientos subterráneos de los bloques y a la zona azul. Viapol tiene algo de Los Remedios y algo de Reina Mercedes. Pero ni asomo de Enramadilla. Ya todo es Juzgados de Viapol, Hotel NH Viapol, Viapol Center, Clínica del Pie Viapol, Peluquería Viapol, Librería Beta Viapol, Foto Estudio Viapol, Viapol Sloppy Joes, Tapas Viapol, Tintorería Viapol o El Patio de Viapol, donde por cierto ponen las sevillanas tapas de altramuces de toda la vida y unos montaditos que están para tocarles la Marcha Real, dicho sea con la venia de Eusebio León.