ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Tres tristes trajes

Les está bien empleado a Francisco Campos, que es como en castellano debemos escribir eso de Camps, que más que a presidente valenciano suena a plural de nombre de estadio del Barcelona. Le está bien empleado a Campos la que se ha buscado por no venirse a Sevilla a encargarse los tres tristes trajes que le han llevado a la ruina política. Si se hubiera venido a Sevilla, y se hubiera encargado un traje en mi dilecto Fernando Ávila (discípulo del maestro sastre que me dio la vida), y otro terno en O´Kean y el tercero en Cañete, ésta era la hora en que el gachó seguía disfrutando en Valencia de la mayoría absoluta que con todo merecimiento sacó el 22-M, elegantísimo y tela maqueón. Pero, nada, se empeñó en los tres tristes trajes de Milano y ya ven ustedes lo que le ha pasado. ¡Por hortera!

Trajes que, por cierto, le hizo José Tomás. ¡Esto es lo más grande del mundo! Todos pendientes de la reaparición de José Tomás en Valencia el sábado día 23, y resulta que... ¿será por Valencia y será por José Tomás?, salta el otro José Tomás, el sastre del presidente valenciano. José Tomás el sastre que le buscó una ruina a Campos y la Valencia de aquella Generalidad, que con esto de la dimisión debe ser llamada ya la Particularidad, porque allí no se repite, como en Andalucía o en Madrid, el epigrama que el escritor Carlos Muñiz Romero S.J. recordaba en tiempos de Franco: «En el camino del Pardo/y muy cerca de su ermita,/hay un letrero que dice:/ “Maricón el que dimita”».

Allí en el Reino de Valencia dimiten los presidentes por tres tristes trajes. Y aquí en Andalucía no dimite nadie ni por dar subvenciones a la empresa de su propia hija, ni por tener al otro niño de intermediario en la mangoleta de las Setas, ni por los ERE, ni por Mercasevilla, ni por las facturas falsas, ni por las obras completas de la Jueza Alaya, ni por nada. Y en el Gobierno de Madrid, ni te cuento. Han procesado por colaboración con los asesinos de la ETA a la cúpula del Ministerio del Interior y resulta que al que era ministro cuando el chivatazo del Faisán lo hacen candidato a la Presidencia; y al que era entonces su segundo, nuevo ministro del Interior. Vistos así sí que son tristes los tres trajes de Francisco Campos.

Quién es quién de Viapol. Dije ayer que no sabía quiénes eran ni el señor Vía ni el señor Pol, que con sus apellidos compusieron las siglas de la empresa Viapol que con su urbanización le ha quitado el nombre a La Enramadilla. Pues ya lo sé, gracias a los lectores. Viapol la fundaron don José Antonio Víana y don Ricardo Polo. Vía es el comienzo de Viana; Pol, el de Polo. Y tras nuestra cita de Bami y de Viapol, otro lector nos dice que tales barrios no son los únicos de Sevilla que tomaron el nombre de sus promotoras. Aparte de Bami y de Viapol, en Sevilla tenemos también Alcosa, iniciales de Alfredo Corral S.A., el constructor valenciano que se hartó de ponerle por su cuenta nombres de ciudades de su tierra a las calles de su promoción. O Coibesa (Constructoras Inmobiliaria Bética S.A.), nombre de barrio que compite con el de uno de sus promotores, Oscar Carballo. Por no hablar de Condes de la Rochelambert, que más que el nombre de un barrio parece el de una opereta cursi, cursi, cursi, o el de unos invitados de alta alcurnia (falsa) a la boda de Gunilito, el de la chistera encasquetada.

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