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EN este siglo de las siglas (como llamó Dámaso Alonso al XX, pero que sigue valiendo para el XXI), el acrónimo de la Federación Española de Tenis es FET. Ojú. La FET tiene de presidente a José Luis Escañuela, un sevillano que fue presidente del Ateneo Republicano, y a quien me une el respeto por la figura histórica y conciliadora de don Diego Martínez Barrio. A pesar de eso, a la FET le ha puesto Escañuela las mismísimas siglas que a Falange Española Tradicionalista. Lagarto, lagarto. Las siglas de la Federación de Tenis son las que llevaban en su matrícula los coches de Falange: FET. Y ante la ola de unanimidades y aclamaciones levantada por la elección de Sevilla como sede de la final de la Copa Davis por parte de la FET, mucho me temo que sea la FET de las Jons, naturalmente.
Hagamos ignacianamente la siguiente composición de lugar: ¿qué hubiera dicho Zoido si en la ciudad sin un duro, a punto de quedar sin luz en las farolas y los semáforos por falta de pago a Sevillana, Monteseirín, Torrijos & Asociados hubieran decidido gastar dos millones y medio de euros (que no hay) en el que dicen talismán de la Copa Davis? ¿A cuánto nos sale el cuarto y mitad de Ciudad Talismán, Dios mío de mi alma? Un millón y pico de euros en un absurdo e inútil Festival de Cine; ahora, dos millones y medio en una Copa Davis que en Valencia estaba divinamente... ¿Pero tenemos posición para estos dispendios? Sí, he dicho dispendios. En una ciudad donde no hay dinero para restaurar Santa Catalina o para quitar los puntales en una académica Casa de los Pinelo que se está hundiendo... En una ciudad donde, por lo visto, y a pesar de los 20 concejales, 20, no hay autoridad para parar la Torre Pelli ni para cumplir la sentencia de derribo de la Biblioteca del Prado, es una contradicción gastarse 2,5 millones de euros para que unos señores en calzones cortos vengan aquí a darle a la raquetita y a la pelotita, por muy Rafaeles Nadales que sean. Por la tele no saldrá Sevilla: saldrá Nadal.
Pero, nada, eso es el talismán de Sevilla, la propaganda de Sevilla. Dicen que eso va a dejar en Sevilla 30 millones de euros. ¿A quién? ¿En Sevilla-Sevilla, o en la caja de Juan Robles y en la caja de Anselma? A usted y a mí de momento la Copa Davis no nos va a dejar un duro. Sólo el temblique del mareo de cifras del gasto: 400.000 euros para el alquiler de la cubierta famosa; 150.000 euros para construir las pistas y el vallado; 145.000 euros para las gradas; 40.500 euros para los palcos vips, o 60.000 euros para el pisoplaza del Estadio Olímpico. ¿Tenemos posición para eso? ¿Cuántas comidas han de servirse en los restaurantes, cuántas cruzcampos escanciarse en los bares, cuántas pernoctaciones han de hacerse en los hoteles para que los impuestos municipales derivados de esos ingresos compensen los 2,5 millones del gasto?
Hombre, si es por talismán, vamos a dejarnos de cuentos de Festival de Cine, de Copa Davis y de otras formas de tirar el dinero que no tenemos, y hagamos todos los días una boda de la Duquesa de Alba. La boda de Cayetana sí que ha convertido al nombre de Sevilla en arrollador talismán mediático en todas las televisiones y en todos los periódicos del mundo, sin que le cueste al Ayuntamiento un duro, más que cortar la circulación por la calle Gerona y poner cuatro vallas locas ante esa Casa de las Dueñas que los de Madrissss mientan como «Palacio de Dueñas», que queda más fissssno. ¿Cuántos puestos de trabajo fijos se van a crear en Sevilla con ese gasto de 2,5 millones de euros de la Davis? Cero cartón del nueve. Inversión no productiva creo que se llama eso. Ya digo: más dinero y más propaganda turística para Sevilla ha dejado la boda de la Duquesa y no nos ha costado un duro. Gracias, Cayetana.
