ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La Ciudad del Despilfarro

SI son, como servidor, medio aficionados a ir al híper y a llevar el carrito de compras como otros el de golf en Pineda, sabrán que las grandes superficies son como religiones, como distintos modos de entender la fe en el dios del consumo. No es lo mismo el credo de Alcampo que la fe de Carrefour; ni los dogmas de Hipercor son los mismos que las verdades reveladas de la cadena de supermercados que tienen nombre de presidente de la Generalidad. Y del mismo modo que todos los creyentes sabemos que la católica es la única religión verdadera, los adictos al carrito de compras y a la carga y descarga de bolsas en el maletero del coche sabemos que la fe que cada día gana más creyentes es el rito de Mercadona. Ojalá tuviéramos en Andalucía una Mercadona y una Porcelanosa, las dos grandes creaciones valencianas. A lo mejor los parados no llegaban al 30 por ciento que tiene ya Andalucía, como me parece que no alcanza Valencia, que es la tierra de las flores... de Mercadona y de Porcelanosa.
No tengo el gusto de conocer al creador y presidente de Mercadona, a don Juan Roig, ni me hace precio cuando voy al Mercadona de Los Bermejales, no se vayan a creer que soy un gorrón agradecido ni un gañote de Hacendado y de Bosque Verde si hablo bien de él. Pero es un empresario de los que echamos en falta en Andalucía. Por su capacidad para crear riqueza y puestos de trabajo, como el centro de distribución a lo bestia que ha hecho en Huévar, que yo creo que Mercadona ha colocado en Huévar a más gente que el propio alcalde en el Ayuntamiento, que ya es decir, ese alcalde que dicen que tiene a todo el pueblo en plantilla para que lo sigan votando, como así ha sido en las últimas municipales. Pero es que, además, Juan Roig no es un empresario de los que les guste pasarle la mano por el lomo al poder para obtener contratitos y mamelas varias de la Administración, sino que le canta las cuarenta en bastos. Cuando ZP invitó a una serie de grandes empresarios a la Moncloa para hacerse su propia propaganda, el dueño de Mercadona ni estaba ni se le esperaba. Y poco después se descolgó con una de las frases más realistas que se han dicho últimamente sobre esta España que va que escarba camino del corralito argentino: «2011 tiene una cosa buena, y es que será mejor que 2012». El tiempo, en breves semanas, le ha dado la razón. Ahí tienen a los bancos, a cinco minutos de Grecia, obligados a la recapitalización y anunciando que no tendrán más remedio que cerrar más todavía el grifo de los créditos, cuando el grifo de los créditos está ya más seco que el ojuntuerto.
Y ahora, y en Sevilla además, Juan Roig ha vuelto a dar el campanazo con una frase redonda, cuando se escucha como el terror del milenio la palabra «pesetización», que es que nos saquen del euro, nos devalúen, nos hagan la peseta con el corralito y estemos todavía más tiesos de lo que estamos. Juan Roig ha dicho: «Vivimos en el Estado del Despilfarro, estamos tirando el dinero por la alcantarilla». Al escuchar las palabras de Roig, con Quevedo en la mano, «miré los muros de la patria mía», que es Sevilla. Y al encontrarme, con Góngora, tras «el excelso muro» las «oh torres levantadas», llegué a la conclusión de que el Estado del Despilfarro no sé, pero desde luego estamos en la Ciudad del Despilfarro. ¿Tenemos posición para levantar las «oh torres» de Las Setas y el disparatón despilfarrador y cateto de la Torre Pelli? ¿Tenemos posición para hacer un tranvía que va por donde mismito el Metro? Choque usted esos cinco, dueño de Mercadona: estamos tirando el dinero por la alcantarilla. Por la Alcantarilla de las Madejas concretamente. El dinero que, encima, no tenemos.

 

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