NO es que me arrepienta de lo que dije ayer, que la campaña electoral me da una pereza horrible, pero surgen asuntos que hacen que te hierva el agua del radiador, y eso que empezamos a estar en tiempo de anticongelante. Por ejemplo, el debate de esta noche en TV. Tal como están las cosas, ¿tenemos posición en tirar a la calle medio millón de euros, que son 83 millones de pesetas, y que son los que va a costar producir el debate entre Rajoy y Rubalcaba? ¿Cuántas facturas pendientes de pago de la Junta a pequeños empresarios y a autónomos se podrían abonar con ese dinero? ¿Se imaginan el salto que pegaría Jesús Maza si le dieran medio millón de euros de golpe para pagar las deudas que los anteriores dejaron en las empresas municipales de Sevilla?
Pues nada: se tira medio millón de euros en un debate que cualquier partido de la Chámpion tiene más interés. Porque ya se sabe lo que Rubalcaba va a decir: lo del impuesto para los ricos; lo de que el PP no ha metido el hombro y se ha dedicado a poner palitos en la rueda de la máquina contra la crisis; lo de que ellos y no el Estado, la Guardia Civil, la Policía y la Justicia son los que han acorralado a la ETA como los sevillanos cercaron a los pistoleros que habían asesinado al Doctor Cariñanos en la calle Jesús del Gran Poder. Ya sabemos lo que va a decir Rubalcaba: paparruchás demagógicas. Y ya sabemos también lo que NO (con mayúsculas) va a decir Rajoy, al que sus asesores le han dicho que calladito está más guapo, que en esta campaña apague la luz y no diga ná en Triana.

Y si me ha hervido el agua con el dispendio del debate televisado innecesario, nada digo de la demagogia de la Batalla de Sevilla, que según las encuestas es la única provincia andaluza donde no está todo el pescado vendido y el PSOE le puede ganar al PP en el 20-N. Si hacer un debate televisado es tirar el dinero, nada digo de esta barbaridad de no hacer coincidir las elecciones autonómicas con las generales, como siempre se hizo además. Los sociatas quieren a todo precio salvar los muebles de la Junta, y en Dos Hermanas se vio el otro día, que sacaron a pasear a Felipe González. González hizo un alto en sus tejemanejes con los millonetis internacionales, en sus asesoramientos de los riquérrimos mejicanos, en sus vacaciones en el mar, en su rumba, rumba caribeña con la novia nueva y en sus consejos de administración, se puso la cazadorilla vieja de los mítines y se vino a Dos Hermanas a dar el mitin. Pero en el sentido taurino de la frase «dar el mitin». ¡Qué mitin pegó González en Dos Hermanas! De los millonarios del Caribe a los descamisados de Dos Hermanas directamente. ¿Para qué? Para por lo menos no perder San Telmo, ya que La Moncloa la tienen más perdida que el barco del arroz. Ya vieron la presión que le metió a Griñán, mirando el tendido de las elecciones andaluzas de marzo. González dijo a Griñán: «Si pierdes, me retiro a Honolulu». ¿Ah, pero González no está ya en Honolulu todo el santo día, con su amiguito el multimillonario Carlos Slim, que no es precisamente un jubilado de Badolatosa ni un parado del Polígono? Y quien dice Honolulu dice esos enclaves de ensueño donde van los paparazis y lo sacan retratado desnudo, fofo, con un barrigón como el que tenía antes el Gambrinus de la Cruzcampo, como un Buda Millonario, mangando además yate de los amigos por la cara. ¿Ese asesor de millonarios va a venir a Dos Hermanas a hablar en nombre de la izquierda? Como el chiste de la llamada telefónica a la casa de niñas: ¿es el hermanito de los pobres o el amiguito de los ricos? Los del Imserso que trajeron a Dos Hermanas a portes pagados no saben ni que existe Honolulu.