Hay una enigmática pérgola que nadie sabe para qué logroño sirve y que ocupa puesto de Championlí en la antología de obras inútiles y absurdas en las que el anterior Ayuntamiento tiró el dinero que ahora debemos. Es la pérgola que plantaron en la avenida que va desde la Puerta Jerez al puente de San Telmo. La pérgola tiene un ver. Y un no ver: antes te ponías en la esquina de La Equitativa y tenías una línea de perspectiva hacia el otro lado del río en la que veías, alineado con República Argentina, hasta el Monumento de San Juan. Ahora te pones en esa esquina de La Equitativa y lo que ves es ese mamarracho.
Cuando estaban plantando esa pamplina me pregunté: ¿Y cómo van a pasar de vuelta La O y Las Cigarreras? La solución acabo de leerla en el ABC:"Las hermandades de Las Cigarreras y La O han decidido que sus respectivos cortejos atraviesen el paseo arbolado de los Jardines de Cristina cuando la próxima Semana Santa regresen a sus templos en su recorrido de vuelta". No hay mal que por bien no venga. Por culpa de una pérgola inútil hemos ganado unos nuevos cofradieros Jardines de Murillo, para disfrute de noveleros de Semana Santa. Tiene que ser hermoso ver pasar esas dos históricas cofradías bajo los árboles del Cristina. Y metiéndome en consejos de once varas, pienso: ¿por qué La Paz y Santa Genoveva, cuando lleguen a la esquina de San Telmo, al final del Foso, no cogen también por dentro de los Jardines de Cristina para salir a la Puerta Jerez, en vez de tirar por ese costado horroroso del Alfonso XIII, con la entrada del aparcamiento? Tiene que ser bonita una candelería encendida por los Jardines de Cristina. Los parques y jardines les sientan bien a las cofradías. Ahí está La Paz por el Parque, toda una estampa. Y ahí está, en mi recuerdo, aquella noche inolvidable por única en que la Virgen de la Esperanza regresaba a la Macarena desde el Estadio Olímpico teniendo por palio la arboleda del Parque del Alamillo. Pienso ahora lo bello que tiene que estar el palio de cajón de la Virgen de la Victoria bajo los árboles del Cristina. O lo impresionante que tiene que ser ver cargar su cruz al Nazareno de La O por el salón romántico del paseo.
Son los grandes remedios que las cofradías dan a los grandes males del urbanismo. La Candelaria pasa por los Jardines de Murillo precisamente por culpa de otro desaguisado. El 15 de abril de 1924 el paso de La Candelaria por Almirante Hoyos y Vírgenes se complicó debido a la nueva anchura del nuevo palio. Hubo que desmontar el balcón de la casa número 13 de la calle Almirante Hoyos para que pasara. Ello motivó la búsqueda para el año siguiente del itinerario de los Jardines de Murillo, ya que aún no se había efectuado el ensanche de la calle Candilejo para llegar a la Alfalfa y el propietario de dicho inmueble no estaba dispuesto todos los años a desmontar el balcón para que pasara la cofradía. Al año siguiente, en 1925, la cofradía de San Nicolás pasó por primera vez por los Jardines de Murillo curiosamente a la ida y a la vuelta, con la asistencia en dicho lugar de los Infantes Don Carlos y Doña Luisa y de los Duques de Calabria. A partir de 1928, subiría a la ida por Madre de Dios, Fabiola y Mateos Gagos y ya sólo pasaría por los Jardines a la vuelta. Aunque pensando en el balcón de la calle Almirante Hoyos que quitaban para La Candelaria, ¿por qué en el mismo plan no desmontamos la pérgola dichosa para que pasen Las Cigarreras y La O? Y de paso la dejamos ya desmontada para siempre. Y si de camino quitamos la llamada Fuente del 27, cruce entre la depuradora de San Jerónimo y el mausoleo de Belmonte, pues ni te cuento. Eso sí que se puede tumbar más fácilmente que la Torre Pelli, y no hay darle un duro a Pulido...