ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Se alquilan balcones

Muchas veces, cuando en una misa, especialmente de difuntos, el sacerdote leía el capítulo XXI del Apocalipsis de San Juan sobre la Nueva Jerusalén me acordaba de Sevilla y del Domingo de Ramos. Parecía que el más lírico de los evangelistas estaba pensando en Sevilla. Por eso no me sorprendió en absoluto que Carlos Colón pusiera ese texto en su gran pregón de Semana Santa. ¿Qué mejor pregón de cómo se prepara Sevilla para la Semana Santa que las palabras del Apocalipsis: "Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, adornada como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios."
"Adornada como una novia preparada para recibir a su esposo"... Así está Sevilla en estas horas de vísperas. ¿Quién dijo, fue Cervantes, que el camino es mejor que la posada y las vísperas que la fiesta? Pues a lo mejor le pasó como a San Juan: que sin saberlo estaba pensando en Sevilla y en su Semana Santa. Si es bonita, emocionante y sentimental la mañana del Domingo de Ramos, la impaciencia nerviosa de estas vísperas no le va a la zaga. Sevilla debería estar todo el año como hoy por la noche, como mañana por la mañana: orgullosa de ser cuanto es, feliz de hacer todo lo posible para seguir siéndolo. No se corresponde este culto de Sevilla a su mismidad con las perrerías que se deja hacer sin que nadie proteste. No se corresponde el rito exacto de montar los palcos con la barbaridad de ese palco horroroso, balconcillo del infierno en el cielo de Sevilla, que es la Torre Pelli. Punto en el que insisto que no es que yo la tenga tomada con la Torre Pelli, es que la Torre Pelli la tiene tomada con la Giralda, que si baja usted por la Cuesta de Castilleja verá que la han dejado ya a la pobre como a David frente a Goliat.
Si bonita está Triana cuando le ponen al puente las banderitas gitanas, anda que Sevilla está fea cuando la ciudad toda se prepara para la Semana Santa... Si dicen que la economía es un estado de ánimo, anda que el Domingo de Ramos... Hay una transformación de la ciudad, diría que una transustanciación. Ojalá siempre fuese Semana Santa, como en aquellos dos versos sobre la Giralda que un día escribí:
Siempre es domingo de Ramos
en el bronce de su palma.

Sevilla se siente Sevilla. Sevilla quiere verse como es, quiere mostrarse como es. Quiere, mujer al fin y al cabo, ser contemplada en toda su hermosura. Por eso ayer, cuando pasé por Las Cuatro Esquinas de San José y en un balcón de los altos de la que fue Casa Calvillo vi en la calle Sierpes el letrero que más clásico no lo hay, pensé que en ese anuncio estaba resumida y simbolizada la actitud de Sevilla en estas vísperas:
"Se alquilan balcones para la Semana Santa. Razón, tel. 954227399".
¡Anda que no es clásico lo de "razón"! En Sevilla todavía se dan razones y se hacen mandados. No hacía falta el teléfono. En ese letrero del alquiler de balcones dan la verdadera razón de esta impaciencia nerviosa de las vísperas: Sevilla está en estas horas tan bonita que hay que alquilar balcones para verla, para regodearse contemplándola. Es lo que desde muchos siglos hace la Giralda con su palma de Domingo de Ramos: alquilar el mejor balcón de Sevilla para hartarse de ver la Nueva Jerusalén que espera al Señor en la Borriquita, "la morada de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo".


 

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