ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Tere y los dodotis

  Tere es María Teresa Garrido Conde, la viuda del gran y recordado Nicolás Valero, el muy imaginativo y curiosivo fundador del Centro Español de Nuevas Profesiones. Así que, Tere querida, tranquila, que esto va por ti. Pero en plan simpático. María Teresa Garrido fue discípula amada de Morales Padrón en la que entonces era Sección de Historia de América de la Facultad de Filosofía y Letras. Traduzco: el patio íntimo de la antigua Fábrica de Tabacos, junto al Laboratorio de Arte, que había heredado del espíritu de la Universidad Literaria de la calle Laraña hasta su silencio de pilistras. Tere Garrido es doctora en Historia de América, me parece recordar que con una tesis sobre Santa Rosa de Lima. Después investigó la cartografía del Puerto Rico colonial, la vida de Martínez de Irala, la creación del Virreinato de Nueva Granada, qué sé yo cuántas americanías. Y se hizo más tarde periodista de Facultad, incluso doctorándose con una tesis sobre periodismo satírico sevillano del XIX. Yo la tuve de redactora en aquella aventura de la Transición que fue el brevísimo "Informaciones de Andalucía", en una plantilla donde estaban, entre otros, su íntimo Don Francisco Gil Delgado, un Antonio Checa recién llegado de Granada, mi dilecto Ignacio Martínez, mi vecino de tantas cosas Ricardo Ríos o Paco Pérez en Deportes. Y mano a mano con Manuel Barrios publicó Tere un reportaje en forma de libro sobre la verdadera fábrica de obispos falsos que montó Clemente Domínguez: "El apasionante misterio del Palmar de Troya".
Como quiera que su marido Nicolás Valero era socio de Luis Uruñuela en Nuevas Profesiones, Tere Garrido, por compadrazgo y cercanía, militó en el andalucismo en aquellos años difíciles de las boqueadas de la dictadura. Y llegada la democracia, no recuerdo si con Rojas Marcos o con Soledad Becerril en la Alcaldía, fue elegida concejala andalucista de Turismo. Mujer emprendedora como fue siempre, adelantada a su tiempo, harta de que las paradas de los coches de punto olieran a perros muertos con los cagajones, como responsable de Turismo se le ocurrió una idea que habría visto en el extranjero, quizá en el Central Park de Nueva York: ponerles pañales a los caballos de los coches peseteros. Dodotis equinos, vamos.
Como Sevilla es como es, crudelísima, cuando Tere Garrido propuso ante el pleno del Ayuntamiento los dodotis para caballos, las carcajadas se oían en Triana, y las más corraleras hasta decían como Marujita Díaz:
-- Ay, que me meo de risa...
Y Matacanónigos siguió oliendo a la delicada fragancia primaveral de...los cagajones y meados de caballos, mientras se pitorreaban lamentablemente de mujer tan emprendedora e higiénica. Eso es lo que les pasa siempre a los precursores, que los toman por locos. Hasta que el tiempo acaba dándoles la razón. El toro del tiempo pone a cada uno en su sitio, y a Tere Garrido la acaba de poner en el suyo. Por hacer ahora lo mismo que Tere proponía entonces, nadie se ha pitorreado ni tomado a chufla, como al Piyayo, a las lumbreras refulgentes de los 20 Concejales, 20 que van a implantar obligatoriamente los dodotis para los caballos de los coches de punto.
Tere, hija: véngate. ¿Registraste en la Propiedad Intelectual o en Patentes y Marcas tu precursora idea de los dodotis para caballos? Si no lo hiciste, lástima. Ahora deberías mandar al cobrador del frac al Ayuntamiento, para que te pagaran tus derechos de autor de los pañales de los coches de caballos. Ahora te debes pitorrear tú de los que se cachondeaban de ti. Gajes del oficio de mujer emprendedora, Tere. Ahora, todos apuntándose el éxito de lo tuyo, cuando entonces te hicieron quedar como un cochero.

 

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