Esto es lo
más grande del mundo. Un señor que levanta un partido, que
lo saca de las catacumbas de la nostalgia del franquismo y
lo lleva a los libres aires de la democracia; que durante
años y años, sin desaliento, se las tiene tiesas con el
Régimen casi absolutista creado por el PSOE en Andalucía
tras el error, inmenso error de la UCD en el referéndum del
28-F... Sigo: un señor que renueva totalmente ese partido,
que se deja la piel por esos caminos andaluces, de modo que
la veredita verde entre Huelva y Almería no cría hierba...
Un señor que ha sido vicepresidente del Gobierno con Aznar y
su ministro de Trabajo, y que cuando llegó el PP al poder
por vez primera se encontró con que en las arcas de la
Seguridad Social no había dejado Felipe González ni un duro
y no se podían pagar las pensiones, pese a lo cual buscó el
dinero, se calló la boca, no creó alarma alguna y España
siguió funcionando... Esperen que hay más: un señor que gana
las últimas elecciones autonómicas de Andalucía, y que saca
1.567.207 votos, (el 40,66%), lo que le supone 50 diputados,
frente a los 1.523.465 votos (el 39,52%) y los 47 diputados
del PP... Bueno, pues este señor, en la España que vivimos,
resulta que es un perdedor. Pero no un perdedor cualquiera.
Un perdedor al que ve la gente llorando por los rincones,
tras hartarse de coles recibiendo pésames y puñaladas por la
espalda de sus propios correligionarios y de sus
desilusionados votantes. Incluso de los votantes más
extraños que ha habido en el mundo, que son los votantes del
PP que no fueron a votar, los votantes comodones y
abstencionistas de una lamentable e ignara derecha andaluza
que, total, como esto estaba ganado, el 25-M se quedó en su
casa, pero que no vea usted cómo el mismo 26 de marzo empezó
a largar contra Javier Arenas.
Sí, Javier Arenas es este señor que va que escarba al
Guinness Book de las situaciones políticas más raritas,
insólitas y extrañas. Lo que a Arenas se le exigía era como
si en la Eurocopa, para que España le gane a Irlanda el
jueves, hubiera de ser por una mínima de 5 a 0, si no, no
vale. Y la renuncia de Arenas es como si Del Bosque tuviera
que dimitir porque le ha ganado a Irlanda "sólo" por 3 a 0.
Hablamos mucho del absurdo sistema electoral español, de los
pactos de perdedores que forman gobiernos, y ese sistema
tiene víctimas. Arenas es una víctima más que se cobra
nuestro sistema electoral. Si aquí gobernara el que gana las
elecciones, el que saca más votos, a estas horas a Arenas le
dolería el culo de estar sentado en el sillón de presidencia
de la Junta de Andalucía. Pero forzado por las dos B que
mandan en España, Bruselas y Berlín, Rajoy se tuvo que poner
a hacer recortes como los locos en plena campaña electoral
andaluza. Recortes contra Arenas. El más cruel recorte que
tuvo que hacer Rajoy era la hierba bajo los pies de Arenas
de cara a las urnas. Así no se puede cantar saetas, que
decía Beni de Cádiz. Y Arenas tuvo que cantar el solitario
ayayay de su opción de libertades para Andalucía teniendo
frente al aparato de un Régimen omnipotente y a su propio
partido gobernando en Madrid a base de pisar callos de los
que habrían de votarle, un partido incapaz de comunicar
nada. Y encima, sentado para siempre en la foto del betunero
del Palace, en el tópico del señorito andaluz que le cuelgan
incluso los suyos del PP. ¿Señorito Arenas? Si es así, se
trata del señorito que más ha trabajado del muuuuuuuundo.
Señorito, señorito, lo que se dice señorito, Felipe
González, que anda por ahí de montería económica y de
casoplones con los millonetis del universo y encima lo hacen
Hijo Predilecto los mismos correligionarios de Arenas del
PP.
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