La Unesco
es la perdiz que nos hemos inventado para marearla, en vez
de parar por derecho y por Derecho (con mayúscula y con
minúscula) la Torre Pelli. Yo no creo en la Unesco. Aparte
de que, como la ONU, es una institución en manos de países
tercerones y de mangones vividores, algo así como el Comité
Olímpico y tantas mamandurrias internacionales, yo no creo
en la Unesco, y menos pontificando sobre Sevilla, porque la
Unesco tiene sobre Sevilla la misma idea que yo sobre
Burkina Faso. (Les aclaro que yo, sobre Burkina Faso, como
sobre tantas otras cosas, no tengo ni putidea.)
¿Qué sabe la Unesco de Sevilla para decirnos si sus
monumentos están a recaudo, en perri o a nivel de Uganda?
¿Por qué le hemos de conceder autoridad local a la Unesco?
¿Quién ha votado a la Unesco en Sevilla? ¿Me pueden decir
los votos que sacó la Unesco en las municipales? Sí les
puedo decir los que sacó Zoido. Exactamente, 166.040 votos.
Y digo yo: ¿sacó acaso la Unesco 166.040 votos en Sevilla,
para que nos diga lo que tenemos que hacer, como si fuera el
alcalde? Y otra cosa: ¿sacó Pulido 166.040 votos en Sevilla,
de modo que mande más en la ciudad que el propio Zoido y
siga adelante con la malhadada Torre Pelli, aun después que
haya tenido que vender Cajasol a los catalanes que le han
asegurado su plato de lentejas en el consejo de
administración? ¿Quién le ha dado a Pulido, a Cajasol, a
Banca Cívica y ahora a los catalanes de La Caixa ese poder e
impunidad para seguir atentando contra el cielo de Sevilla y
contra la Giralda, sin que un alcalde con 166.040 votos y
mayoría absoluta como Zoido le haya podido parar los pies,
sino, por el contrario, se haya convertido, contra lo que
prometió, en el más ferviente exégeta del mamarracho, hasta
el punto que va a ir a defenderlo hasta San Petersburgo, con
lo lo lejos que está San Petersburgo y con el frío que hace
en San Petersburgo?
La Torre Pelli tenía que haber sido parada no por la
chorrada de la Unesco ni por los frescos que chupan del
frasco en la Unesco. Tenía que haber sido parada porque es
un crimen de lesa estética contra Sevilla. Lo importante y
lo triste es lo que ha dicho la Plataforma Túmbala: que
cuando Zoido llegó a la Alcaldía, la torre estaba en los
cimientos y aun habiendo prometido que la pararía, el
alcalde no hizo nada, y el mamarracho mamotrético va ya por
la planta 30. Con lo fácil que hubiera sido actuar como
Monteseirín cuando llegó a la Alcaldía y sin tener mayoría
absoluta mandó parar del tirón el edificio de Moneo en El
Prado, al que Soledad Becerril había dado licencia. Señor:
de momento se para el disparate, se dice que se va a
reconsiderar la licencia y se va a estudiar a fondo,
¿verdad, Ricardo Roldán? Y ésta sería la hora en que nos
habríamos librado tanto del crimen de lesa estética como de
estar en manos de unos mangones de la Unesco que no tienen
ni zorra idea de Sevilla.
Aquí lo grave es que no sólo nadie paró la Torre, sino que
nadie paró a Pulido, cuando dijo, como los canónigos que
mandaron hacer la Catedral: "Fagamos una torre tal que los
siglos venideros nos tomen por gilipollas". El problema no
son los monumentos al borde de que los metan en la lista de
Patrimonio en Peligro. El problema es que ya han asesinado
el cielo de Sevilla, aunque la Unesco diga misa. Eso es lo
irreparable. Lo de la Unesco es una chorrada. Una chorrada
magna. Los turistas no van a venir o a dejar de venir porque
Sevilla esté o no esté en la lista negra de la Unesco,
¿verdad, Isabel? Vamos, que usted, cuando organiza su viaje
a París, le dice a la parienta: "Mari, ¿la Torre Eiffel está
en la lista negra de la Unesco? Es que si está, no vamos a
París..." ¡Tequiyá con el cuento del envergue de la Unesco,
partida de cobardones!
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