Acaba de
marcharse a los eternos verdes campos béticos del Edén, como
cogiendo el viejo tranvía de Heliópolis, el socio número 2
del club, don Alfonso Jaramillo González. Con lo que a
Triana se le ha muerto, aparte de un personaje, un trozo de
su historia. Jaramillo era trianero de la Cava. Nació en el
Corral de Rosario en 1914. Y, Triana pura, entró a trabajar
de niño como aprendiz en Casa Mensaque. Jaramillo fue gente
en Triana desde muy joven. Siempre con los Mensaque, que le
guardaron el puesto cuando lo movilizaron para el frente y
al que volvió tras la guerra. Y siempre con su Betis, el
legendario Betis de Don Pascual Aparicio, que le pagaba de
su bolsillo el sueldo a los jugadores. La prestación
personal de Jaramillo a su fe bética, como directivo con
Aparicio, era preparar bocadillos y tortillas de patatas
para la intendencia de los jugadores en los desplazamientos
del equipo, en la Gloriosa Tercera.
Y Jaramillo, que era conocido en toda Triana, fue pronto
famoso en España entera gracias a la radio. No es para
describir la repercusión y audiencia en la España de 1953
del programa sabatino y nocturno "Cabalgata Fin de Semana"
de Bobby Deglané. Reventaba los "shares". Todo el mundo lo
escuchaba. Y eran popularísimos sus concursos, como "Quién
tiene el clavel", que había que acertar un personaje famoso,
o "La Melodía Misteriosa", dar con el nombre de una sinfonía
por una sola frase musical que seleccionaba el Maestro
Trabuchelli. Yo no sé si Jaramillo sabía mucho de música,
aparte de su melodía nada misteriosa de "Beeeetis, Beeeetis".
El caso es que ganó el concurso y le dieron un premio
cuantiosísimo: 40.000 pesetas. Cuánto serían 40.000 pesetas
en 1953, que con ellas Jaramillo se compró un terreno en La
Cartuja y puso un tejar. Y se lanzó a la fama. ¿Qué hizo
Jaramillo? Pues se trajo a Triana a Bobby Deglané, que
entonces era más que traerse ahora a David Bisbal y a Julio
Iglesias juntos. Lo raro es que Jaramillo no apuntara a
Bobby Deglané como socio del Betis. Lo hizo algo mejor:
hermano de la Esperanza de Triana, su otro gran amor. Y le
prestó su túnica para que saliera de nazareno en la
siguiente Madrugada. Ya Bobby no faltó ninguna Madrugada. Y
cuando la hermandad se trasladó a Los Marineros, hasta pagó
la megafonía de la capilla. Eran los años en que las
cofradías se dedicaban a reclutar famosos para darles el
sablazo. De allí, de Jaramillo, de "La Melodía Misteriosa" y
de la Esperanza de Triana surgió el amor de Bobby Deglané
por Sevilla, que culminó cuando organizó su "Operación
Clavel" tras la riada del Tamarguillo de noviembre de 1961,
ayuda humanitaria, diríamos ahora, que terminó, ay, en
tragedia.
Y si Jaramillo hizo sevillano y trianero a Bobby Deglané,
hizo propiedad del Real Betis Balompié el viejo Stadium de
la Exposición Iberoamericana de 1929, el que destrozaron las
tanquetas italianas que lo tuvieron de cuartel en la guerra.
Como era tan popular, Jaramillo fue elegido concejal. No
ejerció de "alcalde de Triana" como Aurelio Murillo en su
botica, sino de concejal de Sevilla, de 1955 a 1961. Fue
delegado de Incendios (puso el azulejo trianero que rotula
la entrada al Parque de Bomberos de San Bernardo) y llevó
las delegaciones de Régimen Interior y Rentas y Exacciones,
con las alcaldías de Contadero y de Pérez de Ayala. Y en
complicidad con su compañero de corporación, el gran médico
pediatra y concejal don José Romero López, logró que el
Ayuntamiento cediera al club la propiedad del campo, hasta
entonces municipal. Ahora que Jaramillo se ha ido, merecería
que la legión bética le pusiera en el Villamarín un recuerdo
que perpetuara su entrega al club y la propiedad del campo.
Un recuerdo en forma de un azulejo tan trianero como él,
claro: no va a ser una cerámica de Talavera, joé...
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