ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Los piratas puretas

 Cuando Juan José Padilla actuó triunfalmente ante sus partidarios de las peñas en la Feria de San Fermín, los tendidos de sol se llenaron de banderas piratas y de tíos con un parche de guardarropía en el ojo, al modo filibustero de los corsarios del Caribe. Les faltó tener en la mano el anzuelo gigante del Capitán Garfio. Y al final, cuando cortó oreja y tocó pelo, los piratas pamploneses le tiraron al ruedo a Padilla la bandera pirata al pasar ante ellos dando la clamorosa vuelta al ruedo. Bandera que Padilla mandó que la pusieran en el cochecuadrillas para llevársela a su tierra jerezana y ponerla como un trofeo más en su vitrina. Todo era la identificación del ídolo con sus adoradores, la veneración del santo por la peana. Desde el cornalón de Zaragoza el animoso Padilla, digno de todo elogio, anda por el toreo con un parche como de pirata tapándole el ojo que le estropeó el toro. Los mozos de Pamplona, disfrazándose de piratas, le daban la vuelta a la desgracia y glorificaban el ánimo del torero, que se está haciendo con un parche en el ojo mucho más figura que cuando era simplemente el excéntrico Padilla el de las Patillas, el que sacaba las que querían ser monteras a la antigua usanza de Guerrita, pero que se quedaban como en gorros de Mickey Mouse en niños de visita en Disneyland París.
Algún emprendedor podría muy bien, si quiere hacer negocio, comprar en Pamplona todos los excedentes de disfraces y atrezzo piratescos sobrantes tras la corrida de Padilla y poner un puesto ante la Presidencia de la Junta, que aunque sea sin parche en el ojo, también va de pirata. Padilla le podía prestar a Griñán la bandera pirata que se ha llevado a Jerez para que la ice en el balcón principal del Palacio de San Telmo. Es lo que pega a esta Junta que piratea programas a Microsoft: quitar la blanca y verde y poner la bandera pirata. ¿Cómo va a proteger los derechos de autor y los de propiedad intelectual una Junta que durante cinco años, cinco, ha pirateado de manera irregular programas informáticos copiados por la cara, o bajados de los sitios de Internet que cerró la Ley Sinde?
Estos no son los piratas del Caribe: éstos son los puretas de la Junta que se dedican al pirateo informático y que me recuerdan el título de la chirigota gaditana del Love. Los peores piratas del Caribe son los puretas de la Junta que cuando tenían que dar ejemplo han consentido tamaño copieteo por la cara. Y ya saben ustedes lo que le pasa al que la copia, que la...¡mámma mía, qué época vergüenza! Y le pasa más: que el que la hace, la paga. La Junta, tras ser sorprendida usando indebidamente programas a los que no tenía derecho, porque no tenía un anillo con una licencia por dentro,ha sido condenada a pagar a Microsoft 12 millones de euros por este uso indebido de "software". Doce millones de euros que son 2.000 millones de pesetas. Con 2.000 millones de pesetas, ¿usted sabe cuántos funcionarios de la Junta podían mantener la paga de Navidad que les han quitado? Nada, nada: continuamos para bingo, seguimos tirando el dinero, en este caso por una ilegalidad flagrante, como si aquí nadie anduviera a dos velas por los recortes... --PUNTOAPARTE--
Me acuerdo ahora del pintor Paco Cortijo, que junto a muchos otros méritos fue un innovador y precursor en el uso del ordenador para pintar. Cortijo le compraba los programas de diseño, copiados y sin licencia, a un vendedor ilegal que se llamaba a sí mismo El Pirata de la Alameda. ¡Quién le iba a decir a Paco Cortijo que de su pirata de la Alameda habíamos de pasar a estos Piratas de San Telmo, a los piratas puretas de la Junta!

 

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