Quizá
vayan a tener razón los que dicen que en Valladolid es donde
mejor se habla el español del mundo, y no en Sevilla, como
sostenemos otros. De Valladolid es el ministro que tiene un
habla castellana más precisa y rica en expresión, más culta,
que dice las frases con una construcción gramatical más
correcta y surtidita. Me refiero al del Interior, don Jorge
Fernández Díaz. Que, contra lo que pueda parecer
escuchándolo, no hizo una carrera de Humanidades, sino que
es ingeniero industrial e inspector de Trabajo, lo que tiene
más mérito.
El ministro del Interior ha puesto al día aquel título
cinematográfico del malaspulgas cascarrabias de Fernando
Fernán Gómez, tan propio por otra parte de esta época de las
calores. El ministro Jorge Fernández no ha dicho que las
bicicletas sean para el verano, sino algo más elemental y
obvio: que las bicicletas son para ir por la calzada, en
cuanto vehículos que son. Corren malos tiempos para la
lógica, aparte de para la lírica. Rarito es el tiempo en que
la proclamación de una obviedad se convierte en un acto de
heroísmo. Sobre todo si esa obviedad va contra la dictadura
de los progres y de sus dogmas inquisitoriales de lo
políticamente correcto. Antes había una Internacional
Socialista y una Internacional Comunista. Ahora hay una
Internacional de la Bicicleta. Muchos de los que van en
bicicleta no son ciclistas: son militantes de la bicicleta,
que es una cosa distinta. La bicicleta para ellos es como
una religión, como un credo, como un dogma de fe, como un
dios al que hay que rendir tributo y ofrendar en sacrificio
coches con el cepo puesto. No sólo ellos, que sería lo
lógico, sino todo aquel que viva o ande a pie o en coche por
una ciudad tiene que ser a la fuerza tributario de la bici.
De ahí la valentía del ministro, cuando, oponiéndose a la
previsible condena de la Internacional de la Bicicleta, ha
proclamado la siguiente obviedad con tosa heroicidad: "La
acera es para los peatones". ¡Choque usted esos cinco, señor
ministro! ¿Dónde hay que firmar para suscribir su tesis? El
ministro se ha atrevido a lo que aquí en Sevilla no hay coj...inetes:
a poner la bicicleta en su sitio, que no es precisamente la
acera. Como el sitio del carril-bici no es la acera, sino la
calzada. No como se ha hecho en Sevilla, gastándonos los
millones que no teníamos y que ahora debemos, sino como se
hace en el universo mundo. Y no construyendo autopistas
verdes como de material de pista de tenis para las puñeteras
y dichosas bicicletitas, sino pintando unas rayas en el
suelo de la calzada de circulación para que los coches no se
lleven a las criaturas que van sobre dos ruedas.
Yo no sé quién ha ideologizado de esta forma la bicicleta.
No sé cómo se las han aviado, pero nos han manipulado la
cuestión de modo que la bicicleta es progresista y de
izquierdas y el coche es facha y de derechas. En Sevilla se
ha gobernado (y, lo que es peor, se sigue gobernando) contra
el coche y a favor de la bicicleta. Los anteriores del
Ayuntamiento hasta crearon una Oficina de la Bicicleta,
¿será posible semejante tontería? Y es cuestión ideologizada
la bicicleta porque ha dicho el ministro Fernández lo que
tenía que decir, lo que va a ordenar sobre la bicicleta, y
le ha faltado tiempo a la Junta para replicar que no piensan
aplicar en Andalucía eso de obligar a los ciclistas a ir por
la calzada y con casco. La Junta, con tal de funcionar como
oposición del Gobierno del PP es capaz de cualquier cosa. Y
como este Ayuntamiento de los 20 concejales, 20, no sale de
la pastelería, me estoy viendo que aquí se van a aplicar las
normas de Jorge Fernández por las que hilan. Las bicicletas
seguirán por las aceras y los que a este paso vamos a tener
que ir con casco somos los peatones.
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