ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Tiendas de camisetas

 Gracias a las estadísticas de Carlos Navarro Antolín sabemos que en Sevilla hay en las aceras 10.000 veladores plantificados por los 4.000 bares que existen, uno por cada 180 habitantes. En aplicación del concepto de Talento del alcalde, hasta hemos cambiado la noción de acera. ¿Qué es una acera? Según el Diccionario de la Academia, vulgo DRAE, acera es la "Orilla de la calle o de otra vía pública, generalmente enlosada, sita junto al paramento de las casas, y particularmente destinada para el tránsito de la gente que va a pie." Eso es por ahí. Aquí la acera es otra cosa. Aquí la acera, según la permisividad municipal, es la "Orilla de la calle o de otra vía pública, generalmente pavimentada, pero con una jartá de baches y de losetas sueltas para que la gente se escoñe un pie o se esbolille un tobillo, sita junto al paramento de las casas, y particularmente destinada para que los bares puedan poner todos los veladores que quieran, muchos más de los autorizados por los que pagan canon, de modo que el tránsito de la gente que va a pie se haga especialmente imposible, sobre todo si son señoras con carritos de niños chicos".
Y si hay 10.000 veladores que no nos dejan pasar por 10.000 sitios de 10.000 aceras, como por Santa María la Blanca o por la calle Mateos Gago, ¿cuántas tiendas de camisetas hay? Llamo genéricamente tiendas de camisetas a los establecimientos que tradicionalmente se llamaban de "Recuerdos de Sevilla", esos museos del arte kitsch donde te vendían giralditas de calamina con o sin iluminación interior, retablillos del Gran Poder y de la Macarena hechos con hojalata pintada de purpurina, y abanicos con escenas taurinas muy malamente dibujadas.
Las tiendas de recuerdos de Sevilla estaban en la calle Sierpes, preferentemente en el tramo que va de Las Cuatro Esquinas de San José al Círculo Mercantil. Allí estaban todos los escaparates de palillos de plástico, muñequitas de Marín vestidas de flamenca, toritos de felpa con unas banderillas que siempre tenían los colores de la bandera nacional sin necesidad de que jugara la selección de fútbol. Muchas de esas tiendas, como el monumental escaparate turístico de Casa Rubio, cerraron. Y fueron sustituidas por las tiendas de camisetas. Que ya no están en ese corazón sevillano de Sierpes. Las tiendas de recuerdos se fueron buscando a los turistas al barrio de Santa Cruz. Empezaron las tiendas de cerámica, que vendían, más que loza trianera, piezas de Manises o de Talavera. Y luego vinieron los negocios de las camisetas, los delantales de faralaes, los sombreros de alancha chungaletas hechos en China, siempre colorados...
En Sevilla no cabe un tonto más, como decía Santiago Amón de España, no cabe un velador más en las aceras y no cabe una tienda de camisetas turísticas más en el Barrio de Santa Cruz. Por eso las tiendas de camisetas se han extendido por toda Sevilla, en mancha de aceite desde la antigua Judería que falsificó y se inventó folklóricamente el marqués de Vega Inclán con vistas al turismo de la Exposición Iberoamericana. Las tiendas de camisetas se extendieron primero por la calle Mateos Gago. En Mateos Gago, donde no hay un bar con veladores que no te dejan andar por la acera hay una tienda de camisetas turísticas con chistecitos malages sobre la siesta y la calor, cuando no con escabrosas escenas fornicatorias. Luego llegaron a la calle Alemanes, a Hernando Colón. Y siguieron hacia el río, por García de Vinuesa, por Antonia Díaz. Ya llegan al Paseo Colón y pronto llegarán hasta el campo del Betis. ¿Pero hay turistas para tantas camisetas? Que yo creo además que son tan mugrientas y cutres que las venden ya hasta sudadas...



 

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