Pues sigamos con Joselito, ya que hoy concluye su
Triduo convocado por
la Hermandad... digo, por la Academia de Bellas Artes en la
Real Maestranza. Institución caballeresca con la que el
hijo de Fernando el Gallo y de la Señá Gabriela se llevaba
tan malamente que se tuvo que construir una plaza de toros
para él solo: la Monumental. En los carteles de la Feria de
San Miguel, quizá como desagravio, los maestrantes han
puesto un nombre que sí lo quiero mirar: el de Gallito,
retratado con el capote al hombro, como rematando una larga,
en la bellísima pintura de Palau del Museo de la Plaza.
Al cabo de un siglo, Sevilla se vuelve a dividir entre
gallistas y belmontistas. Mientras los gallistas celebran su
solemne Triduo en el
Salón de Carteles (bajo el horror del cartel de la mosca
en el yogur y del cartel del pinchito de toro) y el
académico Ignacio Otero Nieto habla esta tarde de Joselito y
la Música, los belmontistas ofrecen en la Casa del Marqués
de la Algaba un concierto en memoria de Juan. ¡Música,
maestros! Juan y José siguen ganando batallas de división de
los sevillanos muchos años después de muertos.
Lo de José de ahora es un poco la teoría de las
compensaciones. Después de tanto mando en plaza de los
tardobelmontistas, no viene mal un poco de gallismo en el
centenario de su alternativa. Al grito de "¡Gallistas del
mundo, uníos!", Antonio Pineda y José Morente han convocado
por Internet (larazonincorporea.blogspot.com.es) un periplo
por la Sevilla de José, recorrido que piensan realizar en
los autobuses que hagan falta el sábado 29 de septiembre,
con salida desde la Puerta del Príncipe a las 11 de la
mañana. Es como un Vía Crucis gallista, pues harán devota
estación en lugares señalados de la vida de José: primera
estación, la huerta de Gelves donde se crió;: segunda
estación, la casa de la Alameda de Hércules donde vivió;
tercera estación, la plaza de toros del Arenal, donde tomó
la alternativa y cortó la primera oreja que se concedió en
Sevilla; cuarta estación, el edificio Cristina, donde vivía
su oponente Belmonte... Y así el periplo gallista pasa por
los restos de la Monumental en Eduardo Dato; por Pino
Montano (donde los peregrinos almorzarán); por la Basílica
donde tras su muerte se dijo que "este año estrena/lágrimas
de verdad la Macarena"; por el mausoleo de Benlliure en el
cementerio y por un bar de Los Remedios donde se venera un
trozo de taleguilla del vestido que José llevaba en
Talavera. Quienes quieran apuntarse al devoto vía crucis de
Joselito pueden dirigirse a los dos mentados neogallistas,
en el correo: [email protected].
Pero la ruta gallista debería ir también a la calle Ximénez
de Enciso, a casa de la familia del concejal don Antonio
Filpo Rojas, el de la Hermandad de San Bernardo, el que
logró el título de "Mariana" para Sevilla. El altruista e
incansable Julio Dominguín Arjona ha descubierto desde "La
Sevilla que no vemos" que los Filpo conservan la cabeza de
"Cantinero", el toro de Santa Coloma al que Gallito le cortó
la primera oreja que se concedió en Sevilla, así como, en
una vitrina, el vestido salmón y azabache que llevaba
aquella tarde de la Feria de San Miguel, el 30 de septiembre
de 1915. ¿Por qué todo esto donde los Filpo? Porque don
Antonio Filpo fue el presidente que le dio la oreja a José.
Una placa redactada por Antonio Reyes "Don Criterio" lo
recuerda bajo la cabeza de "Cantinero": "Practicó una
estupendísima e inenarrable faena de muleta que inició con
el pase llamado de la muerte, coronando tan brillantísima y
archivable faena con un volapié soberbio. Las ovaciones
fueron constantes y atronadoras. Los espectadores agitaban
sus pañuelos pidiendo la oreja y ante la entusiasta
insistencia de aquellos, la concedió el concejal Señor Filpo
que presidía la corrida, siendo la primera que se otorgaba
en la plaza sevillana".
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