Sevilla, ¿Ciudad de la Gracia? No, Ciudad del Camelo.
Izquierdo escribió su "Divagando por la Ciudad de la Gracia"
y habría que hacer el "Divagando por la Ciudad de los
Camelos". La economía productiva sevillana es el primer
camelo que nos tragamos. Sevilla vive del aire.
Fundamentalmente, de ser capital administrativa de
Andalucía. De los 500.000 funcionarios públicos que hay en
Andalucía, ¿cuantos trabajan en Sevilla? Una porrá buena.
Que son los que, aunque les han recortado el sueldo y les
echen carbón en vez de paga de Navidad, salen a desayunar y
llenan los bares y los veladores de fumar en la calle,
dándonos la impresión de que no hay crisis, que es el
principal camelo sevillano: estamos tiesos, de comedor
social, aunque abramos Mercados Gurmés.
Ayer expliqué el
camelo del tranvía de la Ronda que nunca pasó por la Ronda
y que han dejado varado precisamente en la única parte de la
plaza de San Francisco por donde nunca pasaron los tranvías,
qué puntería, hijo. Los tranvías o bien pasaban por la acera
de la Audiencia viniendo por la calle Granada desde la Plaza
Nueva, o paraban delante del Banco España los que llegaban
por la Avenida y volvían hacia Eritaña o Heliópolis por
Hernando Colón y la espalda de la Lonja.
Pero ninguna camelancia en la Ciudad del Camelo como lo de
las calles peatonales que nos dejó Monteseirín. Peatonales,
¿de qué? ¿Es peatonal acaso la Avenida, si apenas han dejado
un estrecho pasillito para los viandantes entre el tranvía,
el carril bici, los patinadores, los veladores, los
hombres-estatua, los manteros sudacas y negros y ahora esos
cartelones de Tussam que hacen parecer que Monteseirín aún
no se fue? Si lo dudan, pónganse en la esquina de la Avenida
con Almirantazgo, en La Ibense. Y echen a andar hacia la
Plaza Nueva. Entre las dos filas de veladores, dos, los
dichosos cartelones monteseirinescos de Tussam, el
carril-bici y el tranvía, queda un estrechísimo desfiladero
para los peatones. ¿Que la Avenida es peatonal? Vamos, anda,
eso es un camelo...
Y no sólo no son peatonales las calles que se pregonaron
como tales, sino que las peatonales de toda la vida tienen
ahora el peligro de los ciclistas, que se meten por ellas.
Antes de las peatonalizaciones de camelo había calles
peatonales de toda la vida, como Sagasta, Sierpes, Francos,
Cerrajería, Regina... Bueno, pues ahora has de andar con
cuidado por ellas, porque vienen ciclistas que, encima, te
echan la bronca si no los dejas circular. Por eso es todo un
retrato de "las calles que perdimos", que diría Romero
Murube, lo que me escribe un lector a propósito de la foto
patrocinada por La Caixa de hace dos domingos en ABC:
"Hablaba usted el otro día de los veladores y a su vez
aparecía el domingo pasado en ABC una foto de los años 60 de
la calle San Fernando ¿y sabe usted lo que parecía? ¡Una
calle! Sí, sí, una calle de toda la vida. Con dos aceras,
dos. Una a cada lado, con algunos peatones, aquí y allá (no
hordas, ni manadas), que pasean tranquilos, sosegados, sin
miedo, sin sobresaltos… Y además ¡a la sombra! ¿Sabe usted
de qué? No, no de parasoles, ni toldos, ni mamparas, ni
chorritos de agua vaporizada, sino de una cosa que antes
había en Sevilla que se llamaban árboles: tenían un largo
tronco cuyo extremo se abría en ramas y hojas que protegían
del sol naturalmente y naturalmente se los cargaron. Y por
la calzada, de adoquines perfectamente uniformes y
bellísimos, sin baches ni agujeros, unas máquinas que antes
circulaban por el centro que se denominaban coches, unos por
una lado y otros por el otro, de ida y vuelta, ordenaditos,
y, admírese, un... ¡autobús! Que llevaba a las personas
desde sus casas a la mismísima Plaza Nueva. Y, no se lo va a
creer, pero es cierto: ¡no se ve ni una bicicleta, ni un
velador! Pásmese, sí, sí, no se desmaye, así era la calle
San Fernando, una calle, no una feria, sin paella, sin
sangría, sin peligro y a la sombra de los paraísos, aquellos
que perdimos..."
|