Dicen que no hay que darle importancia, que era una partida
de niñatos irresponsables. Y lo más preocupantes es que los
primeros que le quitan importancia son los propios
salesianos, como decían ayer de mañana en el programa de
Carlos Herrera. No sé si es la evangélica exposición de la
otra mejilla para que te sigan partiendo la cara al dar
testimonio de tu fe, o es el miedo a formular tesis
contrarias a las laicas de lo políticamente correcto.
-- ¿Pero de qué está usted hablando con tanto rodeo, si se
puede saber?
Pues hablo del preocupante asalto de los niñatos de la
huelga estudiantil al colegio de los Salesianos en Mérida,
al grito de "¿Dónde están los curas, que los vamos a
quemar?". Y lo malo no es eso, sino que los propios
salesianos asaltados le quitaron hierro al asunto cuando
Herrera los llamó ayer para preguntarles por este túnel del
tiempo de la quema de conventos de la España de la II
República donde el niñaterío metió al colegio de Mérida.
Unos niñatos, sí, sí... También eran unos niñatos negros los
que para robarle el teléfono móvil en Angola a Roque
Bergareche le pegaron un tiro en la cabeza, ¿no te joden los
niñatos?
Los de Mérida eran unos niñatos sin Dios, ésa es la clave.
Estos son los lodos que nos han traído los polvitos de la
Madre Celestina de la enseñanza laica. ¿Laica o
antirreligiosa? Y no antirreligiosa en general, sino en
particular contra la Iglesia católica. No sé si allí la hay,
pero en el caso de haberla, a los niñatos de Mérida nunca se
les hubiera ocurrido asaltar la mezquita al grito de:
"¿Dónde están los imanes, que los vamos a quemar?". No, la
fomentada tormenta del sentimiento antirreligioso descarga
toda contra la Iglesia católica, contra los creyentes en
Dios, contra los sentimientos de la mayoría de los
españoles. Si hay miedo a expresar ideas contrarias a lo
políticamente correcto, comienza a haberlo también para
proclamar la fe.
Cuando me enteré de los niñatos quemacuras de Mérida me
acordé de un acierto expresivo, creo que del Papa Benedicto
XVI, que en la apertura del Año de la Fe refirieron tanto el
arzobispo de Sevilla como el obispo de Cádiz: el eclipse de
Dios. Rafael Zornoza, obispo de Cádiz, dijo: "Padecemos un
eclipse de Dios en la vida pública y privada, y vivimos como
si no existiese". Y Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla:
"Hay un eclipse de Dios. El olvido de Dios es el origen de
todos los problemas de la sociedad, de la insolidaridad y la
pobreza, de las crisis familiares, de la soledad y la
angustia de tantos hermanos nuestros, del nihilismo de
tantos jóvenes sin rumbo y sin esperanza". Jóvenes sin
rumbo, pero con mucho adoctrinamiento de la falseada Memoria
Histórica, que resucita el odio de un pasado que quemó San
Marcos y quemó San Julián, aunque ahora parezca que ardieron
por el cortocircuito de unos cables pelados. No es yo sea un
catastrofista, pero empiezan unos niñatos queriendo quemar a
los curas y los acaban asesinando sus padres, como en ese
censo de sacerdotes mártires de 1936 en la provincia de
Sevilla que ha comenzado a elaborar Asenjo con vistas a un
proceso diocesano de beatificación que anteriores mitras
políticamente muy correctitas y amiguitas de Chaves
rehusaron emprender.
Y el eclipse de Dios explica eso tan curioso de las
"cofradías civiles" de las que algunos no teníamos idea y
sobre las que ha alertado Asenjo. Como hay eclipse de Dios,
lo que importa a estos capillitas sin templo ni Iglesia son
los costaleros, las bandas, las marchas, las flores, los
estrenos, las mariconadas de vestidor. Con tal de lucirse y
divertirse, en el eclipse de Dios son capaces de sacar por
Semana Santa un maniquí de Zara en lo alto de un paso, a
modo de cruz de mayo de zagalones, mientras, claro está, los
niñatos adoctrinados por quienes sabemos siguen gritando:
"¿Dónde están los curas, que los vamos a quemar?".
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