Hay un Año Cristiano por lo civil que no sé si inventó la
ONU, donde cada día del año está dedicado a algo: el Día del
Corazón, que suena a bolero, y el Día del Emigrante, que
suena a Juanito Valderrama, y el Día del Niño, y el Día de
la Mujer, y yo creo que hasta el Día de los Lípidos y los
Triglicéridos. Por si no hubiera días suficientes, la Junta
también decreta sus jornadas conmemorativas propias. Como
hoy, 16 de noviembre, que la Consejería de Cultura, a través
del Instituto Andaluz del Flamenco, celebra el Día del
Flamenco, como homenaje a la figura de Camarón de la Isla.
Dicen que lo celebran hoy porque hace dos años, tal día como
hoy, el Flamenco fue incluido por la Unesco en el Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad. ¡Qué buena
memoria,hijos!
A mí me parecería muy bien que la Junta se gastara el dinero
en evocar al recordadísimo Camarón (cosa que no hace ninguna
falta, porque sigue de plena actualidad) si en justa
correspondencia con la dictadura de lo jondo y de los
pontífices y vividores del cuento de la flamencología se
celebraran otros días. Por ejemplo, ayer mi admirado
Francisco Robles celebró por su cuenta un Día que no existe
en la agenda de la Junta, y que debería haberlo: el Día de
Velázquez, al presentar su novela sobre el yerno de Pacheco,
uno de los primeros sevillanos que se fueron a Madrid a
medrar y trepar. Me parecería bien el Día del Flamenco si
existiera el Día de la Pintura Andaluza, y el Día del
Barroco Andaluz, y el Día de la Poesía Andaluza, y el Día de
la Prosa Poética Andaluza, dedicado, fíjense qué libros, a
"Platero y yo", "Ocnos", "Las cosas del campo", "Pueblo
lejano" y "Los años irreparables". Y ya puestos con el
flamenco, hombre, pues deberían dedicar este Día a los
artistas que lo necesitan, a los que están viejos,
olvidados, enfermos y necesitados. No a Camarón, cuya
memoria y royaltis no corren el menor peligro. Un grupo de
aficionados de Triana, por ejemplo, ha cambiado de fecha su
Día del Flamenco, y lo ha puesto el 20 de noviembre. A las
20:30, en el Teatro Lope de Vega, celebrarán un homenaje a
Eugenio Carrasco Morales, "El Perlo de Triana", el
singularísimo cantaor-poeta del Monte Pirolo, letrista de
muchas coplas flamencas, que está en un penosa situación
física y económica. El Perlo vive lejos de Triana con su
hermana Encarnación, La Perla, la que formó parte de "Triana
Pura", que no está mejor que él. Ha sido y sigue siendo un
ejemplo de esfuerzo y superación para todos. Digno arquetipo
de aquellos buenos gitanos de La Cava, caballerosos, limpios
en todo y trabajadores. Nacido en 1926, compuso temas para
Serranito, Arcángel, Ricardo Miño, La Tobala, José de la
Tomasa o Manuel Molina. Hijo de La Perla de Triana, El Perlo
fue amadrinado por la Niña de los Peines, que lo arropó
desde sus primeros martinetes, tangos, soleares y seguiriyas.
Olvidado por el flamenco oficial de la Junta, han sido los
buenos trianeros de guardia los que han tenido que acordarse
del Perlo y darle este beneficio, en el que actuarán, entre
otros, Chiquetete, Cristina Hoyos, Esperanza Fernández,
Gualberto, Manuel Molina, Matilde Coral o Paco Taranto.
Eso, en Triana, que llenará el Lope de Vega el día 20. Y en
Sevilla, en el Hospital de la Caridad, está asilado y
olvidado, aunque maravillosamente atendido, Carlitos
Fernández, El Rey de las Castañuelas, el que mejor toca los
palillos del mundo, el que fue tantos años por todo el mundo
en el espectáculo de La Piquer. El fondo de palillos que
suena con tanto arte en muchos discos de La Piquer es el de
Carlitos Fernández, ahora tan falto de cariño y memoria. El
Perlo de Triana o Carlitos Fernández sí que merecen que la
Junta les dedique el Día del Flamenco, como hago aquí, y no
a Camarón de la Isla, al que no le hace falta ninguna, y no
como a estos dos honrados artistas secundarios del cante y
la copla.
|