ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Copa Balón en Mano

   Más que de una fase previa, Sevilla tenía que haber sido sede de la final del Mundial de Balonmano en vez de Barcelona, capital de estos sujetos que quieren ser "sujeto político y jurídico soberano". Cualquiera sujeta a los sujetos en la carrera en pelo del separatismo, que es como se debe llamar lo que son: separatistas, con todas sus letras y sílabas, se-pa-ra-tis-tas, ¡qué soberanistas ni soberanistas!
No me explico cómo no han traído aquí la parte gorda del Mundial de Balonmano, si Sevilla celebra todos los días, y por las cuatro esquinas de la ciudad, la Copa de Balonmano: la Copa Balón en Mano y en la calle, en la moda del gin-tonic, como comentábamos sobre la calle Arfe, moda que les tiene quitado el sueño literalmente a los vecinos del Arenal. Esto de la moda de la copa de balón de gin-tonic en la mano y en la calle sí que es la mundial, sin final del Mundial de Balonmano.
¿Ocurre esto en otros lugares de Andalucía, de España y la Humanidad? No sé. Lo que sí me consta es la mala impresión que se llevan muchos visitantes nacionales y extranjeros, sabedores del paro en Sevilla, de la crisis, los expedientes de regulación de empleo y los concursos de acreedores, que pasan, un suponer, por la esquina de la Plaza Nueva con la calle Méndez Núñez y ven allí como una bulla de estar esperando que salga una cofradía, todos bien maqueados, con su gin-tonic de copa de balón en la mano, echando el cigarrito. ¿La Ley Antitabaco dice usted? ¿Que salen para fumar el cigarrito? ¿Y por qué no dejan la copa de balón dentro? La Imagen de No Doblarla que da Sevilla con el botellón pijo en horas de trabajo es lamentable. Ya sé, ya sé que toda esa gente viene de echar la mañana en la oficina, en el bufete, en el banco, en la consulta, en la Facultad, en la empresa, en su negocio de autónomos. Pero cualquiera de fuera que los vea pensará inmediatamente en el tópico del señorito. Pero ni en tiempos de los lamentables señoritos del Sport haciendo el zángano en la calle Tetuán ni en tiempos de los sillones de los socios del Aero sacados a la Avenida o de los socios del Mercantil sacados a la calle Sierpes daba Sevilla esta lamentable imagen vial de holgazanería colectiva en horario laboral.
Mi particular cronista de la Plaza del Salvador me da hecho este artículo, cuando me escribe: "Todos y todas en medio de la calle con su copa balón en la mano. ¿Pero esa gente no la dobla? ¿Quién se puede permitir estar un día de diario bebiendo a las 5 de la tarde? Arfe es la Pasarela Cibeles, pero ¿y la esquina de la Plaza Nueva, donde estaban Agua de Sevilla y Gastón y Daniela? Todo el día empetá. Con esos bares de cortinajes de terciopelo y "todo a media luz, a media luz los dos". ¡Madre mía, qué de gente trajeada! Sofisticados ellos y ellas, con una extravagante bebida, cuya tónica se vierte a través de un artilugio (como una cucharilla larga, larguísima, en espiral) para que las burbujas estallen, o no estallen, que de eso no estoy seguro, y produzcan o no produzcan, que tampoco sé, determinada sensación en sus distinguidos gaznates, y todo con más avíos que una pringá. Y ríase usted de las tabernas antiguas, ante las miradas y comentarios que les echan los grupos de amigotes trajeados y aliñados a las buenas mozas que por allí pasen, entre pase y trasiego de balón. Nada, nada, debemos solicitar al Comité Olímpico Internacional o a la Federación Mundial que Sevilla sea declarada la Ciudad Mundial del Balonmano y se celebre un trofeo a cuyos ganadores se les premie con su pertinente Copa (de balón, naturalmente)."
Nada, nada, que somos la Capital Mundial de No Doblarla. ¿Qué crisis ni crisis, con los bares llenos y con la permanente Copa de Balón en Mano del Botellón de los Pijos?


 

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