Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,  miércoles 27 de mayo  de 1998


La imagen andaluza de este Rocío

Las carretas no pasarán el vado del Quema

Limpieza de lodos en el vado del Quema del rio Guadiamar, por donde este año no pasarán las carretas camino del Rocío.

A ver si el primario Monteseirín, primate provincial, nos da la primicia de imprimir una Guía del Rocío para Forasteros, como mandó a las prensas aquel vademécum de Semana Santa a modo de aguja de marear sevillanas bullas. Porque veo a los que con tanta ilusión se van a hacer el camino, aunque llueva y ventee y haga frío, y observo cómo han cambiado las palabras del vocabulario rociero, porque ha evolucionado la realidad de la romería, antes de que aquellos polvos de la incompetencia de la autoridad competente de la Junta trajera estos lodos tóxicos que los de Asaja están cogiendo a puñaditos, como Manolo Vázquez tomaba albero de cada plaza de la que se despedía, sólo que no es para que Remedín Gago los ponga dentro de un catavinos en una estantería, sino para llevar a los tribunales a media humanidad por crimen contra la misma.

Así que la carreta ahora se llama carriola; la yunta de bueyes, tractor; el boyero, tractorista; el camino, carretera... Pero sigue la misma ilusión, la misma voluntad de tradición, la misma fe rociera, que esto de ser rociero es como ser macareno, ser bético, ser currista o ser de la cadena SER, algo que imprime carácter. El tamboril sigue siendo el tamboril y la medalla, medalla. Triana sigue siendo Triana y Gines, Gines, mientras Sevilla Sur o Macarena se afirman en su ser. Es necesario que algo cambie en el Rocío para que todo siga igual, y lo que sí que sigue igual es la devoción de los que acuden, que siempre han sido la parte seria del espectáculo, que tiene su parte cómica en la charlotada de los que vienen desde Madrid a pintar la mona en las ferias del Rocío vestidos en plan Memorias de Africa, eso sí, con el catavinos colgado al cuello con su correspondiente correíta de material.

Estamos en una reunión de familia y la parte rociera del clan está como nuestra madre antaño cuando nos llevaba en la batea de un camión para rezarle a la Blanca Paloma, azacaneo de canastos con la comida, llamadas al que tiene que llevar dos orzas de costo a la carriola, niña, ¿te llevas el capote portugués, que va a refrescar por las noches? Lo de siempre. Contra este espíritu del Rocío no pueden ni todos los volcanes echando lava, y menos un río tóxico salido de madre y convertido en desmadre por culpa de unos señores autotitulados defensores de la modernidad y del progreso, que aquel día del desastre se fueron a los toros como si aquí no hubiera pasado nada. Veo en los que se van, ilusionados como andan en el camino, que contra ellos no hay nada que pueda. El espíritu de la vieja copla, como cuando por la Cuesta de las Doblas se cayó aquel camión donde iba Marta la Saetera, que fue el bautizo de sangre de la Hermandad del Rocío de la Macarena mucho antes de que se fundara... Que llueva o que ventee...

Yo todo esto lo entiendo. Aquí abajo no tienen que explicarnos esto. Que a pesar de la catástrofe, las carriolas vayan por los caminos o por las carreteras. Aunque ahora haya que cambiar la letra de la sevillana de Los Hermanos Reyes: "El que quiera ir al Rocío, que vaya por carretera, no vaya a ser tan inconsciente de meterse en la leña de la marea tóxica..." Lo entendemos. Es la filosofía del mal tiempo y la buena cara de los andaluces, nuestro entendimiento de la alegría como una forma de resistencia contra la adversidad. Encima que nos han matado un paisaje, ¿nos van a estropear también el Rocío? ¿Quién es Boliden para acabar con la devoción a la Blanca Paloma? Si ni las guerras ni la invasión de los franceses acabaron con la romería ¿cómo van a acabar con ella los suecos de la marea o los incompetentes que tienen las competencias de la Junta? Lo malo es que esto no lo entienden por ahí. Este año, más que nunca, el Rocío puede ser imagen de Andalucía, pero imagen incomprendida. Tenían los rocieros que saltar la verja de los medios de comunicación para explicar al resto de España lo que no saben o no quieren comprender, para que no nos digan: "Hay que ver cómo sois los andaluces, ni el desastre de Doñana ha podido acabar con vuestras ganas de juerga..."

 

 

 


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