Cuando vi a Finidi de verde y blanco frente a unos tíos de
blanco palangana, me creí que el España-Nigeria era un Sevilla-Betis
Tras mi
primicia mundial de ayer, que Lepe contará con su selección
nacional de fútbol, me escribe Andoni, que me dice no sin sentido del humor y para
negar la mayor ( que en este caso es la más grave), que él daba saltos de júbilo viendo
el España-Nigeria por la tele, con los goles de Mutiu, de Oliseh y de ese Zubi que ya es
como de Nigeria, porque está negro de haberse marcado el gol en propia meta. Andoni (que
no tiene nada que ver con nuestro otro tocayo Zubi, ese blanco con aficiones de negro
zumbón de Nigeria) me dice que no soporta ni el rojo ni el amarillo, y que estaba
contentísimo con el triunfo de Nigeria.
Pues choque usted esos cinco,
Andoni. Somos muchos los que el sábado estábamos con Nigeria. Precisamente por el rojo
del amarillo, que da muy mala suerte, pero no tanta. Mala suerte de verdad, el blanco. Es
blanco es a España como el morado al Real Madrid, desastre seguro. Pero lo mío, Andoni,
fue más grave. No sé una papa de fútbol, sólo soy profeso de la fe bética. Enchufé
la tele y vi a unos tíos de blanco contra otros de blanco y verde. Y entre los
blanquiverdes, a nuestro Finidi, junto con uno de pelo ataviado con cintas verdes como
carreta del Rocío y otro teñido de berrendo en bronce. Finidi, blanco y verde... Y
frente, unos tíos de blanco, palangana total. En balompédica materia, la tengo horror al
blanco. Y nunca gocé más que el sábado, Andoni, tocayo, pero no como usted, sino porque
mi Finidi y otros diez béticos honoríficos más metían tres chupetes a unos que iban
vestidos como el Sevilla F.C. Lo que le comunico, Andoni, porque ya tenía en este ruedo
las almohadillas de los partidarios del Bilbao, de la Real y del Alavés, pero me faltaban
las de los sevillistas. Hay que ver la de enemigos que se busca uno por decir lo que
sienten todos aquellos que no se atreven a decirlo.