Este
Canales de la fábula no es Canales Rivera el torero, sino Antonio Canales el... ¿cómo
le pondría yo para ser más exacto con la profundidad de su arte? ¿Bailarín, bailaor,
coreógrafo? Escribo la fábula de Canales porque Canales es un bailaor fabuloso. Todo lo
de Canales es verdad, y no como otros, plastilina de márquetin, léase Sara Baras, que es
Niña Pastori y el rentabilísimo postcamaronismo bailando de hombre. Canales a Cortés lo
que Miura a Victorino, por poner un ejemplo de las mentiras que lanza el centralismo
cultural y mediático de Madrid frente a las verdades de España. Canales no tiene que
bailar desnudo de cintura para arriba, donoso como Cortés, para mostrarse como tronco de
centauro del caballo de sus piernas de hombre bailando de hombre. Aunque sea vestido de
mujer, verbigracia, su montaje de Bernarda Alba, que es su concesión a esta ola de
lorquismo que nos invade.
Canales ha empezado en Cádiz
la que se anuncia como su gira triunfal por España entera. Estaba anunciado con dos obras
que tiene en repertorio: la dicha Bernarda Alba y el Guernica. Noche de
Teatro Falla, catedral de los ladrillos colorados. Que se pusieron más colorados
todavía, de vergüenza y sonrojo, ante la bulla que empezó a formar el distinguido
público de la sala, de los palcos, de la platea y del paraíso en cuantito que empezó la
Suite de la Bernarda, que convirtióse pronto en determinada parte anatómica de la
otra Bernarda, la del eso que dijimos. Ocurrió que no era Canales quien bailaba de
Bernarda, sino el primer bailarín de su elenco, José Serrano, que prestaba su cuerpo
serrano para la suite que la gente esperaba ver bailada por el propio Canales. Una maría
gaditana, sabedora de los misterios, depositaria del arte, fue la que dio la voz de
alarma, en plan María la Yerbabuena en la final carnavalesca, que resonó por las nubes
del cielo teatral pintado por Abarzuza:
-- Que este no es Canales,
joé.
Ha contado luego Canales,
llorando a canales, que fue la hora más amarga que pasó en su vida aquella del Teatro
Falla, cuando a su presunto suplantador le daban el cajonazo. Tras lo cual, este hombre
que hace lo que deben los artistas, que es ejecutar su arte y no ponerse a largar, por vez
primera cogió el micrófono para explicar que en contrato estaba que él solo bailaba el Guernica,
pero a pesar de eso iba a repetir otra vez la suite de la Bernarda, para que no lo tomaran
por el eso de la misma, quillo, qué bronca más grande, qué bulla. Grandioso dicen que
fue su baile de la Bernarda Alba. Y así fue que Canales se metió al Falla en el
bolsillo, y la hora más amarga devino en uno de sus grandes triunfos, que espero se
repita en todas las actuaciones de su gira.
Pero, claro, Canales no hay
más que uno, y se dedica al baile, y no como otros, que se la buscan por cante. Pero
claro, público ansioso de la libertad de la verdad en pocos sitios lo hay como en Cádiz.
Ojalá todo cuanto está ocurriendo en el primer juicio por los GAL fuera tan claro como
la bulla gaditana de Canales. En el juicio de los GAL ha salido a bailar con la más fea
del papel estelar uno que no le correspondía, que se llama también José, como José
Serrano. Es José Barrionuevo. Está bailando la Suite de Marey, sin
corresponderle, atracado de papel, echándose sobre sí todo el peso de la
representación. Ocurre que como el público de España no es como el de Cádiz, es más
babiecÓn, no hay maría ninguna que ponga el grito en el cielo, por aquello de que voz
del pueblo es voz del cielo:
--- Que este no es el máximo
responsable, joé, que salga González...
Y, claro, González, aunque
presuma tanto de flamenquismo de bodeguilla, no tiene los pantalones de bailar tan bien
puestos y ceñidos en la cruz como los viste Canales, Que debería hacer como él, quitar
de enmedio al que está bailando por él la primera parte y repetirla. Claro que para eso
hay que ser nada menos que todo un hombre. Como Canales.