Para Alfonso Ussía
Lo que más le gusta a mamá
es que los Reyes vengan a la provincia de Cádiz, a ver si un día paran en casa y pone
las cadenas en la puerta, como Tana en Monterrey. Aunque vengan a ver un rojo, dice, lo
importante es que vengan. Se empieza viniendo a ver a Alberti y se acaba en una montería
en casa de tío Jaime, que es lo que los Reyes tienen que hacer, ir de monterías y
dejarse de rojos. Mamá dice que hay que ver lo que les gusta a estos Reyes un rojo. Ella
no se lleva muy bien con tío Rafael porque se metía mucho con Franco. Hija, mamá, le
digo, es que nosotros tenemos un manual de Literatura por árbol genealógico . Somos
sobrinos de tío José María Pemán, que estaba casado con una Domecq, y de tío Rafael
Alberti por la parte de Merello. Como ahora en el rosario ya no rezamos por la conversión
de Rusia, porque los rusos son ya de los nuestros, lo aplicamos por la conversión de tío
Rafael, que le hace más falta. Mamá no lo dice, pero espera que el Rey lo convierta en
esta visita.
Lo que no sabe mamá es que a
mí me gusta mucho que los Reyes honren toda la parte literaria de nuestra familia, lo
mismo a tío José María Pemán, que era totalmente nacional, que a tío Rafael Alberti,
que sigue siendo rojo perdido y que lo enseñan como en una reserva de comunistas que ha
hecho el alcalde del Puerto, en plan Doñana, en una casa que antes era de tía Cristina.
Mamá se puso muy contenta cuando los Reyes vinieron a Cádiz a lo de Pemán, pero ahora
no le gusta que vengan a lo de tío Rafael. Yo trato de explicarle que los Reyes lo son de
todos los españoles, de tío José María y de tío Rafael. Pero tío Rafael, aparte de
rojo, se pone unas camisas de palmeras espantosas, me dice. Y entonces ya es que mamá me
desarma...