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En muchos pueblos andaluces los alcaldes son los
caciques del siglo XXI |
Y Miguel, muerto de sueño, roto, pero con la misma ilusión de hace
veinte años, cuando empezábamos a construir la democracia, me dice los kilómetros que
se lleva hechos por esos pueblos de su Andalucía querida. "Lo peor son las manitas--
me dice.-- Cuando llaman al comité desde un pueblo pidiendo que vayamos a echarles una
manita, es que aquello es un desastre." Así que en estas semanas, desde Sevilla,
cuando termina de trabajar, Miguel coge el coche, su coche, la gasolina de su bolsillo, y
se mete unas cuantas horas de viaje hasta el pueblo donde tenga que echar la manita.
Cuando vuelve a su casa, son las tantas de la mañana. Y al día siguiente a trabajar...
--- Es igualito que si fuera la Feria. Me
levanto tan cansado que no sé si es tercer día de feria o segunda semana de campaña
electoral.
De vez en cuando, en algún mitin se
encuentra Miguel con correligionarios que llevan la campaña en diferentes pueblos, y se
cuentan lo divertido, las anécdotas: que si fulanito se quedó en blanco en mitad del
discurso, que si el otro tartamudeó sin que le saliera una palabra, que si uno pidió el
voto por otro partido en un lapsus mental... Pero siempre terminan hablando de lo mismo:
de los caciques del siglo XXI.
Para Miguel y sus compañeros los caciques
del siglo XXI son algunos alcaldes que llevan tres o cuatro mandatos, por no decir cinco,
y que no sueltan la vara ni aunque se los mande el médico... con receta del SAS. Llevan
de doce a veinte años en el cargo. Entraron recién dada a luz la Democracia con
treintaitantos y ahora son ya cincuentones. Llevan media vida de alcaldes y ahora se
encuentran que no hay jubilación para alcaldes con veinte años de ejercicio. Muchos de
ellos no pueden volver a sus trabajos anteriores, sobre todo si no eran funcionarios. Y
otros no quieren volver. ¿Cómo va a volver el barbero a la barbería, el labrador al
huerto, el pintor a la brocha gorda o el fontanero al soplete?
Por eso, me sigue contando Miguel, muerto
de sueño pero aún con la ilusión democrática intacta, estos caciques del siglo XXI se
ponen el cinturón de seguridad en el sillón de la alcaldía, para que nadie los pueda
levantar de allí. Quieren jubilarse de alcaldes que para eso llevan veinte años. Vamos,
que quieren tener una paga de cuatro quinquenios de alcalde. Y Miguel me va contando que,
con los aun ilusionados compañeros, del partido o de otros partidos, van pasando revista
a los pueblos andaluces: Que si en tal sitio al compañero Pepe le visitó el alcalde y le
dijo que si se presentaba, ni él ni ningún familiar suyo iba a poder acceder al PER...
Que si a otro compañero en otro pueblo lo habían amenazado de darle una paliza si se
presentaba. Que si en otro pueblo el alcalde había organizado todo de tal manera que si
alguien iba al mitin tomaría nota de los asistentes...
Y Miguel, descorazonado, me dice que
rozando el nuevo milenio, seguimos viviendo con miedo en muchos pueblos, sin que nadie se
atreva a votar a otros de los de siempre por no señalarse. No habla Miguel del País
Vasco. Habla de Andalucía.
Y me dice con la ilusión más nueva:
"Hombre, a ver si usted, que escribe y tiene una tribuna, anima a todos los
ciudadanos, pero especialmente a los de los pueblos, que el día 13 voten a quién les dé
la gana, sin miedo, porque el miedo ya pasó. Como dice el grupo Siempre Así:
"Juntemos nuestras manos para vencer al miedo que nos empobreció." Aunque
algunos caciques del siglo XXI se hicieran ricos... |