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Señores
de Madrid: no he dicho nada. Miren qué bonito me ha salido, en
endecasílabo y todo. Prometo solemnemente apuntarme al toque de
fagina del Pensamiento Único y no ir más a contraflecha, que
luego viene el tropel de la furia española contra el mensajero
de Cleopatra. Incluso les pido perdón por mi
despiste provinciano del otro día, que consideré normal
que el Rey vaya a los toros. Como verán ustedes, me he
aprendido bien la lección. Gracias a su escritura de propiedad
de la verdad, he hecho esta semana un FP de pensamiento
políticamente correcto y espero que hoy sí me aprueben esta
planilla y no me den la
catea.
No digo ya la Reina, que desde luego que hace muy bien
quedándose en casa, como gran profesional que es, sino que ni
el Rey debe ir a los toros. Que no ponga más un pie en una
plaza. ¿Cómo la más alta Institución de España, perdón,
del Estado Español, puede legitimar con su presencia una fiesta
bárbara, cruel, caduca, carca, pasada de moda, que solamente
interesa a cuatro tabernarios con el reloj parado, ahítos de
sangre, y que encima es un tópico de Andalucía, del cante, de
la copla, y de la madre que parió a Quintero, a León y a
Quiroga? ¿Cómo va S. M. a avalar con su presencia un
espectáculo sin el menor prestigio cultural, del que apenas
pintó unos monigotes un chufla llamado Picasso, o aquel otro,
que como sordo no se enteraba de nada, Goya, otra pintamonas, y
del que apenas han escrito cuatro ripios un poetastro de Granada
que se llamaba Federico García y tres folletines un conocido
borracho americano al que decían Hemingway?
Y además, que estas cosas no se deben decir, que para eso
está la nueva Corte, que es la que dicta la moda del
pensamiento único. En Madrid, gracias a Dios, no hay Corte,
entendiéndose por Corte la antigua de carrozas, relevo de la
guardia, capillas en Palacio, aristócratas, monárquicos y el
sufragio universal de los siglos. Pero he descubierto esta
semana de FP que en Madrid hay otra Corte, vivita y coleando,
interesantísima. Los cortesanos, los que pasan la mano por el
lomo a la Corona, son ahora republicanos profesos en el ardor de
la fe del juancarlismo. Esos son los que de verdad defienden
bien las tradiciones españolas de la Corona, inventadas ayer
por la mañana y a medida o "pret a porter".
Así que, como ven, que a la fuerza ahorcan, aquí me tienen
sentando plaza en el banderín de enganche del Pensamiento
Institucional Único. A mí no me tiran ni una almohadilla más.
Que no vaya ninguno a los toros, qué horror de toros. Que hagan
lo que ustedes quieran, que para eso estáis todos en Madrid.
Simplemente les ruego que avisen a la provincia de lo que
tengamos que decir en el futuro sobre
la boda del niño. Si es por pasar la mano por el lomo a la
Corona para que lo hagan a uno marqués, a mí no hay quien me
quite a partir de ahora los cinco florones. Mientras sea
"que no vayan" y no sea "que se vayan",
tranquilo, Jordi, tranquilo...
Sobre la Corona, en El RedCuadro:
Rodríguez
Borbón
Reacciones al
artículo "Rodríguez Borbón"
Real Tómbola
El Príncipe de Asturias y la Causa
La futura Reina de España

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