Multimillonario
lo llamaron la vez primera que lo nombraron en un telediario y
multimillonario se le ha quedado. Una amiga por cuyas venas
corre la sangre del mejor poeta popular español, que no es
doctora en lo políticamente correcto ni falta que le hace, me
hizo caer en la cuenta:
-- ¿Pero qué multimillonario ni multimillonario? De
multimillonario, nada. Ese es un moro asqueroso y asesino...
Pido, obviamente, perdón por la transcripción de
"moro", que no suavizo a efectos de verismo del
relato. Ya sé que los moros no existen. Ya sé que, si viviera,
Emilio el Moro tendría que ser El Norteafricano con sus
parodias geniales. Así que moro, no sé; pero asqueroso y
asesino es lo menos que se merece en la etiqueta de su
denominación de origen este Osama. Cada vez que lo mentamos
como "el multimillonario", por muchas tropas que
despliegue Bush, estamos perdiendo la batalla del lenguaje. Como
la perdemos cada vez que llamamos "comando",
dignísimo término militar, a una cuadrilla de asesinos, que
clasificamos además según ellos quieren: "liberados"
los fichados y "legales" los que no tienen
antecedentes. Cada vez que oigo mentar al asesino como "el
multimillonario" siento la misma derrota que cuando llaman
"zulo" a la mazmorra o "talde" a la banda de
pistoleros.
Si tantos millones tiene y tanto quiere a sus
correligionarios, no aparecería Afganistán como ese medieval
paisaje que contemplamos. ¿Qué digo medieval? De antes. Del
año del nacimiento de Cristo. Como las imágenes de archivo se
repiten y repiten, observen cuando salga otra vez el de la
túnica, el turbante y el haz de leña. No es un agfano, y menos
un talibán. Es una figurita de barro de un nacimiento, como una
trágica muñeca de Famosa que se dirige al portal. El asqueroso
tendrá todos los millones que quiera, pero ya podría haberlos
empleado en mejorar las condiciones de vida de este terrible
portal del Belén que se va a armar en Kabul. Están todas las
figuras del nacimiento. Están las figuras del tío del haz de
leña, y el otro que tira del ronzal del burro, y el que está
sentado en cuclillas, haciendo gachas. Incluso los cojos por las
minas personales de los rusos parecen esas figuritas mutiladas
por las mudanzas y los años que cada diciembre bajamos del
altillo donde guardamos amorosamente nuestro belén infantil, el
que nos trajimos de casa de la madre. ¿Cómo un tío con tantos
miles de millones puede consentir que sus correligionarios sigan
viviendo como en tiempos de Cristo y emplea el dinero en matar
criaturas? Por eso, en ese paisaje de belén, pongo la figura
ordinaria y borde que falta: el tío con los pantalones abajo,
defecando. Cagándose en los muertos todos del asesino asqueroso
de Bin Laden.
Sobre el ataque a Nueva York, en El
RedCuadro:
La
doble vara de medir la guerra
Laden
gana la guerra al español CNN
sin forillos
La
Torre 3 Rota
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En
América nadie pide ahora diálogo
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terrorismo nos iguala con el Imperio
Un
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