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Ahora
que ya han pasado más de veinte años puedo confesarlo. Yo
también mangué viaje a Cuba, como todo hijo de vecino, como
todo concejal de Cultura. Mas al contrario de lo que se estila,
no fui convidado por el Gobierno castrista ni me pagó el viaje
mi Consejería de Cultura. Fui invitado, que todo hay que
decirlo, por Viajes Ecuador, pionera de la promoción de Cuba
como destino turístico para los españoles, cuando aquello
estaba de soviéticos hasta la corcha y Fidel Castro aún
albergaba el sueño de la gran zafra: cortar con su machete
mambí todas las democracias en Sudamérica.
Estuvimos en La Habana, en Santiago, en el inevitable
Varadero un grupo de periodistas españoles a mesa de langostas
y mantel de compañeros gastronómicos sirviéndonos como a
viceministros rusos. A la vuelta, en un Tupolev de Cubana de
Aviación, cada cual iba comentando lo que iba a escribir:
"Pienso hacer una crónica del sobrecumplimiento del plan
quinquenal en los salones de limpiabotas de Santiago",
decía el uno, en el lenguaje marxista entonces de moda.
"Pues yo, sobre las condiciones objetivas de los medios
turísticos de producción en esta revolución con
palmeras", decía el otro. Servidor, liberal de 1812,
callaba. Hasta que el caballo blanco de la agencia convidante me
preguntó qué pensaba escribir.
-- No sé --le dije--. Quizá las "Habaneras de
Cádiz"...
Para qué las
escribí. Igual que le dije a Beni
de Cádiz que no era un cantaor, sino un filósofo, y se
volvió loquito al creérselo, a la ciudad natal del Beni le
dije que es La Habana con más salero y no sólo se lo creyó,
sino que desde entonces representa perfectamente su papel de
sucedáneo cubano. Ahí me la tienen ahora, gloriosamente
disfrazada de La Habana, en la piriñaca cinematográfica del Agente
007. Con esa película, el mundo
conocerá lo bonita que es esa novia que uno tiene y que se
llama Cádiz. Pero me gustaría más que fuera conocida como tal
Cádiz, no con su disfraz habanero. No desespero. Cádiz ha
obrado el milagro de que James Bond descubra las excelencias del
cazón en adobo. Espero que en la película salga Pierce Brosnan
comiendo cazón en adobo ante la plata quieta de La
Caleta, para
que se sepa que aquello es Cádiz, no La Habana. A ver si así
pronto consigue el mundo libre que las películas sobre La
Habana se puedan rodar en La Habana y no en mi Cádiz de la
habanera. Eso sí que será señal de que Cádiz y La Habana
respiran el mismo aire. El de la libertad.
Sobre Cádiz y La Habana, en El
RedCuadro
Letra
y audios de las "Habaneras
de Cádiz"
Mi Cuba de la Habanera
007
disfraces de Cai
El "Juan
Sebastián Elcano", en La Habana
Los jartibles de La Habana
TEMAS
DE CÁDIZ Y SU CARNAVAL
Idígoras y Pachi El
último libro de Idígoras y Pachi

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