El
himno de Infantería, el del ardor guerrero de la novela del
santo de Elvira Lindo, dice en su letra: "Pero nos queda la
fiel Infantería". Mirando la bahía gaditana llena de
velas blancas y olitas verdes en la despedida del "Juan
Sebastián "Elcano"" he pensado que los de las
cornetillas deberían cambiar esa letra. El himno de la
Infantería civil de esta hora grave de España dice: "Pero
nos queda la fiel Andalucía". Lo que ocurre es que eso no
hay que decirlo. Siempre nos queda la fiel Andalucía. Cuando
José María Osuna escribió en el desierto de los años 50 del
siglo pasado la primera reivindicación literaria de nuestra
tierra, antes que descubriera a cuatro locos los colores de la
bandera andaluza y el legado de Infante, le puso de título
"Andalucía en el fiel". Ahora probablemente le
pondría "La fiel Andalucía".
Lo digo por lo del almirante Luis Roca, jefe de una de estas
cosas raras de la reorganización de las Fuerzas Armadas que se
ha inventado Federico Trillo. El almirante Roca manda la Acción
Marítima, organismo de la Armada con nombre de ONG, a mí me
suena a la Liga Naval del almirante Martel. Bueno, pues el
almirante Roca, impresionado por la despedida a ese
buque-escuela al que los gaditanos consideramos como de la
familia, ha dicho: "En estos tiempos que vivimos, que una
ciudad andaluza se vuelque en un buque con el nombre de un vasco
me hace pensar que los gaditanos están dando una lección de
unidad a España". Y los andaluces, mi almirante, y los
andaluces. Con el mérito añadido de que nuestra autonomía es
exactamente igual, de nacionalidad histórica, del 151, de pata
negra, que la del Estatuto de Guernica y que la del Estatuto
Catalán. Y no porque nos la regalaran en la tómbola del
"Ya soc aquí" o de las raíces del árbol de Guernica,
que aquí nos talaron hasta el pino de Chucena de la Andalucía
anterior a la guerra civil. Nosotros nos ganamos a pulso ser lo
que fuimos. Tras el "andaluces, levantaos" del 28-F
nos sentamos del lado de la Constitución y de España, incluso
nos estamos olvidando del "por si" del escudo para
pensar cada vez más en el "para España".
A Andalucía no le cuesta ningún trabajo sentirse española.
Es al revés: España, cuando quiere ser España, se siente
andaluza. Verbigracia: la salida de "Elcano". Prontito
le van a hacer esa despedida en Bilbao o en Barcelona, que son
precisamente los sitios en que el Estado se hartó de regar
dinero a peluz, mientras aquí, que somos tan España no
tenemos, por ejemplo aún una autovía que lleve del Cádiz de
"Elcano" a la Algeciras de las pateras. "Elcano"
sale de Cádiz porque Cádiz y Andalucía les han prestado su
identidad sobrante a la bandera de España que ondea a popa del
bergantín-goleta e incluso a los castillos y leones de su
torrotito de proa.
A "Elcano" le pasa como al toro
de Osborne. Un símbolo andaluz que pasa por identidad de
España. ¿Qué le habrá hecho a los catalanes el toro de
Osborne? ¿No habrá recibido acaso el cava catalán más ayudas
del Gobierno central que el brandy del Puerto? Pues la han
cogido con el toro de Manolo Prieto como si fuera lo que quizá
sea: bandera de España. A la misma hora en que el "Juan
Sebastián Elcano" zarpaba de una bahía gaditana llena de
velas blancas y olitas verdes, los independentistas aserraban
las patas del último toro de Osborne que quedaba en Cataluña,
en el sitio histórico del Bruch, donde ocurrió aquello de la
noche que nos dio el tío del tambor del Bruch luchando contra
los franceses en la Guerra de la Independencia, independencia de
España, no de Cataluña, mire usted lo que son las cosas.
El "Juan Sebastián Elcano"
en El RedCuadro:
Antonio Burgos, premio Cavia- "Habanera gaditana para un Príncipe"
Eduardo Serra despide a "Elcano"
Tango nuevo del viejo "Elcano"
"Elcano", en La Habana
El toro de Osborne en El RedCuadro
Ojú por el toro de Osborne
Indulto para el toro de Osborne
Osborne, un toro de bandera
Osborne y el merchandising andaluz
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