|
No
sólo la Corona británica tiene ceremonial de Corte. El del Reino
de España es además mucho más antiguo. Unos ritos son
rescates alfonsinos, algo aparentemente tan contradictorio como
interesante: la restauración de la Restauración. Otros son
usos monárquicos que el dictador conservó, apropiándoselos,
como la presentación de credenciales por los embajadores. Y
otros, de nueva planta, juancarlistas. Entre estos últimos, el
ceremonial de visita de jefes de Estado extranjeros. Se les
aloja en El Pardo, que es convertir la soga del ahorcado en
calabrote de patache que amarra la normalidad de la Monarquía
parlamentaria. Allí es la recepción oficial y allí el
huésped ilustre concede audiencias y pernocta. La cena de gala
en Palacio es rubro obligado del ceremonial. La Reina de largo,
con tiara y banda de condecoración del equipo visitante. El
Rey, de frac, con Toisón y la gran cruz respectiva. Quince o
veinte metros de mesa, con la mejor vajilla. Asisten el
agasajado jefe de Estado y los ministros de su legacía. Y lo
que luego las crónicas llaman una amplia representación de la
política, la cultura y la empresa. Cumpliendo el protocolo,
todos los señores van de frac y todas las señoras, de largo.
Hasta que llegó Lula. Lula
está en el "periodo de traje de pana" que sufren los
gobiernos democráticos legítimamente conquistados por la
izquierda. Lula está en esa fase inicial del sarampión progre
que luego la socialdemocracia atempera. Todo el mundo de frac en
la cena de gala que el Rey ofrecía a Lula, menos Lula, que iba
de chaqueta postmoderna, de ésas de siete mil botones
abrochados hasta aquí arriba. Y de corbata roja. Como todo
progre en fase previa a la Trilateral, Lula cree que la corbata,
si roja, es menos burguesa. Con la demagogia al uso, quiere
demostrar que si viste de frac en Palacio, como manda el
protocolo, quita menos hambres en Brasil. Mal hecho. No se es
más revolucionario por no ponerse frac; se es simplemente más
maleducado. Pienso en su descargo que Lula se presentó en
Palacio de uniforme: con el demagógico uniforme de gala del
Cuerpo Internacional de los Progres.
Estas demagogias baratas del
rechazo del frac no se merecen el histórico ceremonial de la
Corona. En estos casos de la gala en Palacio en honor de un
progre que no quiere ponerse el frac porque es burgués, el
protocolo debería resolver la papeleta con una cenita
simpática en Casa Lucio. Supongo que Don Juan Carlos está
hasta los mismos huevos de Lucio de que le hagan estos desaires.
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
Correo
|