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Sonó
el teléfono a la hora de los disgustos y las malas noticias:
las 3 de la mañana. Se oía muy lejos. Llamaban desde México
D.F. Era Antonio Ariza, el jerezano a quien la Casa Domecq
nombró virrey de la Nueva España, que conquistó con el brandy
"Presidente". Ariza me llamaba a la hora de las malas
noticias de España, que es de la charlita de la cena en la
Nueva España. Protector de artistas y de pintores, mecenas del
poeta Benítez Carrasco, Ariza estaba en su casa de México
hablando de las andanzas y fortunas de Miguel el Potra con
taurinos de ambos lados del mar cuando se le ocurrió llamarme:
-- Tienes que escribir sin
falta las memorias de El Potra. Si no encuentras editorial,
aquí estoy yo para poner el dinero que haga falta, pero Miguel
Criado se merece que se haga ese libro para que nos cuente todo
lo que sabe.
Ariza no conocía bien a Miguel
el Potra. Al menos no conocía la parte seria del espectáculo,
su toreo al natural de la vida, hondo, caballeroso, de
principios: el sistema de valores de Miguel el Potra. Con sus
canas de senador romano, tenía Miguel algo de Piyayo, y a
chufla lo tomaba la gente. Los que lo teníamos como
catedrático de Gramática Parda en la Universidad de la Puerta
Larená sabíamos la verdad del cuento. Sus hondas convicciones
de fe, la adecuación de su vida al pensamiento, socorriendo sin
que nadie se enterase a los gitanitos de aquellas Tapias de
Cobián. Su lealtad. El Potra sabía bastante más que Briján,
pero el viejo tiburón apenas asomaba la aleta de una frase.
Nunca he visto a mayor señor de los silencios de su memoria que
a mi querido profesor de Gramática Parda. El Potra se hubiera
hecho rico podrido contando lo que sabía de Manolete, de
Belmonte, de Ordóñez, de medio Cossío, de la charpa de
Cañabate y Sebastián Miranda. Miguel nunca lo contaría.
Desperdigaba sus propias anécdotas, pero eran de la Serie B,
cuento del alfajor y no disco duro. Como el usted que le pegó
Belmonte cuando de mozospás se atrevió a decirle que aquel
toro se colaba por el izquierdo: "Váyase usted a la mierda,
Don Miguel". Como lo que respondió a Mari Camacho cuando
iba a comprarle aquella corrida de toros tan vareada, que no iba
a estar en romana para Madrid: "No te preocupes, Miguel,
que en un mes te la pongo gorda". Y ese Potra tonante y
tunante al responder: "Mira, a mi edad, a mí no me la pone
ya gorda ni Sofía Loren".
Volvió este verano a sonar el
teléfono a la hora de los sobresaltos. A mi querido profesor de
Gramática Parda le había dado una cosa en el mejor cahíz de
tierra taurina del mundo, en la plaza de su Puerta Larená, y lo
habían operado. Lejos de esta tierra, sin los trastos a mano,
supe luego de su muerte. Aquella mañana, junto al mar, sentí
más vivo que nunca a mi profesor, dándome clase:
-- Tú di siempre como yo:
"a mí me súa el níspero"...
La exudación del níspero era
la esencia de la indolencia y sabiduría de mi Maestro de
Potrística, su Patrística. Estatua de la Libertad de sí
mismo, invertía su dinero en permitirse el lujo de decir cuanto
pensaba y en el momento mismo que lo pensaba. Solamente lo vi
azorarse la tarde que entró en el comedor privado del Morito y
se dio de cara con Mariano Rajoy. Dijo "ojú", dio
media vuelta y se fue tras dar las buenas tardes. Seguro que El
Potra sabía ya que estaba ante algo más que un simple
ministro. Ahora que tengo en la arena el primero de la tarde de
este curso, me acuerdo de aquella llamada de Antonio Ariza, que
era de los que, desconocedores de mi profesor, creían que
Miguel iba a contar sus memorias. Miguel sólo las contaba a
quienes sabía que nunca las iban a contar, por ejemplo, a Don
Alvaro. No era hombre de memorias. La memoria, como el infierno
de la vida, son los demás. Pasarán los años y se seguirán
contando historias del afortunadamente ágrafo Potra, a quien en
Pamplona le decían de mote Miguel Criado. El Potra era un
inmemorial de Andalucía. Su nombre y sus andanzas ya está
junto a los otros grandes inmemoriales: Pericón, El Cojo
Peroche, Beni, Ignacio Espeleta. En la Galería de Inmemoriales
de la suprema sabiduría popular de nuestra tierra.
Sobre Miguel Criado "El
Potra" en Internet
El
Potra y comer pipitas en los toros
Un
personaje irrepetible
Biografía
y semblanzas de Miguel Criado
El
Potra y El Innombrable
Dos
nombres en la Feria de Pamplona
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