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Cuando
se cruza el puente internacional del Guadiana y se pasa la raya
de Portugal por Ayamonte, se encuentra uno en la carretera con
un letrero así de chico, aun que esté feo el señalar, que
pone el nombre de España con letras pequeñísimas sobre un
fondo europeo de estrellas. El extranjero que llegue por esa
frontera en la Europa sin carabineros debe tener vista de lince,
de lince subvencionado de Doñana, para poder leer que está en
suelo del Reino de España. Porque donde se va la vista, sola,
es a un inmenso letrero así de grande que hay al lado, como
inmensa y permanente valla publicitaria electoral, que pone:
"Comunidad Autónoma de Andalucía". Si el sentimiento
por la autonomía en la comunidad se correspondiera con el
tamaño del descomunal letrero de la raya de Portugal no se
llegaba a Ayamonte: se entraba en Hernani o en Oyarzun. Aquí
hay mucha autonomía de letrero y de papel. Demasiada. El
desaforado afán que tenía don Ramón Serrano Súñer por
llenar España de escudos con el cangrejo del yugo y las fechas
es nada al lado de la omnipresencia de letreros autonómicos a
la entrada de los pueblos, de los centros de sanidad o de
enseñanza, de los edificios públicos. Las imprentas y las
fábricas de rótulos echan humo. Nadie les ha metido a esos
letreros el medidor de felicidad. ¿Son más felices allí las
gentes? ¿Atienden mejor a los enfermos en los ambulatorios con
tanto letrero de la Junta? Más que la renta familiar, el
indicador de la gestión política debería ser el cabreo
familiar. ¿Está la gente menos cabreada y es más feliz con
esta hipertrofia administrativa en que se han convertido las
carísimas autonomías?
Por eso no me explico que ahora
Chaves quiera reformar el Estatuto. Deberían dar de premio un
fin de semana en la Marbella de la censura de Canal Sur sobre
las estrellas de la canción andaluza y sus amantes municipales
a quien encuentre en Andalucía a alguien (que no sea Chaves)
que quiera que reformen el Estatuto. Si usted pregunta por la
calle por la reforma del Estatuto, le dirán:
-- El Esta..¿qué?
-- El Estatuto de Autonomía de
Andalucía.
-- ¿Ah, pero Andalucía tiene
un Estatuto? Ahora me entero. Yo creí que lo que había aquí
era una Junta, con todos estos señores que censuran el tema de
la Pantoja.
El fervor por el Estatuto
andaluz puede medirse con el termómetro lepero: ni frío ni
calor. Así que ya me contarán del clamor popular por su
reforma. Vi la otra tarde en Huelva una cola inmensa y pensé:
"Ya está, esto es para recoger firmas para la reforma del
Estatuto". Pregunté, y qué va: la cola era para sacar la
entrada del partido del Recre. Seré muy torpe, o vendré del
veraneo con los cables pelados por el salitre de la marea, pero
por más vueltas que le doy no me explico de ninguna de las
maneras cómo Chaves quiere reformar una cosa que la gente ni
sabe que existe.
Ah, ya caigo: la reforma del
Estatuto será para poder poner más grande todavía el letrero
de la Junta en la frontera de Ayamonte.
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