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Alhaurín no sabíamos ni ponerle la hache intercalada a la
aljamía de su topónimo. Los iniciados sabían todo lo más que
allí tiene Antonio Gala su secreto paraíso de La Baltasara. Ya
lo sabemos todo de Alhaurín. Pregúntennos lo que quieran. Y
tanto como de Alhaurín sabemos sobre los calzoncillos de King,
que rima. Llevamos los tres últimos almuerzos en familia, a
televisor encendido, acompañados por la visión de los
calzoncillos de King: qué diligencia policial, pero qué
guarrería. Telediario sin los calzoncillos guarros del inglés
es telediario perdido.
Y eso nos pierde: estas
investigaciones policiales como las misas postconciliares, de
cara al público. Por ahí, la policía investiga como los curas
decían la misa antes del Concilio: dando la espalda al público,
en un rito iniciático de arcanos y sigilos. Tras cada crimen
espantoso que salta en Inglaterra o en Alemania las
informaciones dicen que «la Policía guarda un absoluto mutismo».Como
debe ser. Pero si aquí la Policía, para el éxito de las
investigaciones y la detención de los culpables, guarda el
necesario mutismo sobre un crimen pasional o un asesinato de la
ETA, menuda le lían. Dicen al punto que eso no es una policía
democrática.Y para que no se lo digan, hala, allá que sale un
señor que quiere ponerse medallas a costa de la policía, dando
toda suerte de detalles sobre la investigación. Dicen al punto
que la policía busca a un tío rubio, con un chándal azul, con
bigote, que huyó en un Ford Fiesta. A pocos telediarios que vea
el culpable, tiene todas las oportunidades para teñirse de
moreno, afeitarse el bigote, tirar el chándal y vestirse de
Cortefiel, arrojar al mar el coche y disimular silbando el Tengo
chopitos.
Este King, aparte de un
asesino, un depravado y un guarro es un tío torpísimo. O
alguien que no ve los telediarios. Como suele ocurrir, más
pistas no han podido revelar. Más oportunidades para que el
culpable huya no han podido ser facilitadas por quienes, como es
habitual, se querían poner las medallas de la piel del oso
antes de cazarlo. Hasta la marca del tabaco que fuma
dijeron.Menos mal que King no fumaba Gitanes, porque en ese
caso, España entera nos habría inculpado o a Beatriz de Orleáns
o a servidor del crimen, en cuanto los únicos que gastamos de
esa marca. A King este celo de presumir de investigaciones en público
le ha dado hasta la oportunidad de quitarse del tabaco o de
cambiar de marca. Como cuando huye un asesino terrorista de la
ETA, que dan todas las pistas de por dónde se fue o cómo vestía,
para que los que le dan cobijo puedan destruirlas.
Así, claro, pasa lo que pasa.
Así luego, como a la demagogia de las investigaciones
policiales de cara al público añaden en estrados el populismo
del brindis al sol del jurado, se dictan condenas sólo por
indicios y por pistas tipo avance del telediario.Hoy por hoy,
tal es el caso de Dolores Vázquez, donde el Tribunal Superior
de Justicia de Andalucía puso pie en pared sobre el ojo del ojo
del jurado tras unas investigaciones cara al público y con
menos papeles que una liebre.